Hace un par de días subí una entrada al blog que llevo, en el que introduzco a menudo contenidos menos especializados que aquí. No obstante, viendo las reacciones que ha suscitado, he pensado que puede ser interesante subir esta entrada también a Dilemata. Así que aquí va.

Resulta que hace un par de días estrenaron en Estados Unidos una nueva serie televisiva que es una readaptación de “V”, la mítica serie de los años ochenta. Lo cierto es que la televisión me resulta un medio de lo más ajeno y extraño, que no utilizo prácticamente nunca. Pero en este caso debo confesar que no resistí la tentación de verla, debido a que en el argumento de esta serie hay un punto que me parece realmente genial y que tiene mucho que ver con el contenido de esta sección. (Por cierto, como comentario anecdótico diré que me pareció bastante más floja, sin Diana ni Mike Donovan, ni la estética paranazi, no puede ser lo mismo. Aunque también es verdad que no estoy familiarizado con el estilo las series actuales, porque desde los años 80 no veo ninguna -no pasé de Michael Knight-. Por cierto, ahora las alusiones de la serie ya no son al holocausto, sino al poder de los medios y el "fight on terror"). 

Bueno, en cualquier caso, vamos ya al tema.  

V, una gran flota de naves espaciales alienígenas llega a la Tierra. Los extraterrestres vienen aparentemente con una actitud cordial, y al principio todo son sonrisas. Sin embargo, resulta que a lo que finalmente se dedican es a llevarse el agua del planeta y −aquí viene lo interesante− a secuestrar seres humanos en masa para almacenarlos en sus despensas, con el fin de comérselos. 

GranjaV 

Esto nos plantea un escenario semejante al que se da hoy en día en nuestro planeta con la única diferencia de la inversión de nuestro rol en él. Ello es así, claro está, debido a que, así como en la ficción los alienígenas de V nos comen a los seres humanos, en el mundo real los seres humanos consumen de forma masiva otros animales, como cerdos, vacas, pollos, peces, etcétera. Esto es perfectamente legítimo, se asume comúnmente. ¿Por qué? Los argumentos que se dan para defender esto son de tipo muy distinto.

 

GranjaReal 

-Se dice que los animales no humanos simplemente no son de nuestra especie.

-Se dice que nosotros somos más poderosos que ellos.

-Se dice que incluso si algunos animales tienen ciertas formas culturales nuestra cultura se es muy superior.

-Se dice que no sentimos por ellos el cariño o la solidaridad que sentimos por otros humanos.

-Se dice que nuestras capacidades intelectuales son superiores a las suyas…

Ahora bien, considérese lo siguiente:

-En V, los alienígenas no son de nuestra especie.

-En V, los alienígenas son más poderosos que los humanos.

-En V, los alienígenas tienen una cultura mucho más avanzada que la humana.

-En V, los alienígenas no sienten cariño o solidaridad por los seres humanos.

-Finalmente, en V los alienígenas son −de forma bastante ridícula, claro− presentados de un modo muy antropomórfico (son caracterizados como seres semejantes a “reptiles” muy bien maquillados y con forma humana, pero por lo demás su comportamiento es sorprendentemente parecido al nuestro). Por ello, no parece que sus capacidades intelectuales sean más complejas que las de los seres humanos. Pero esto no es realmente significativo: podría perfectamente plantearse el mismo caso con seres que tuviesen unas capacidades mucho más complejas que los humanos. El dilema sería exactamente el mismo.

De manera que la cuestión que surge aquí es: ¿por qué se da tanto revuelo en V con esto de que los alienígenas coman humanos? A fin de cuentas, están haciendo algo que, conforme a los argumentos de la mayoría de la gente, es perfectamente aceptable.

Se puede decir, por supuesto, que la diferencia radica en que para no ser comido hay que cumplir unos criterios determinados hasta un cierto punto: tener un cierto nivel cultural, unas ciertas capacidades intelectuales, etc., y que tanto los humanos como los alienígenas cumplirían tales criterios, pero no los animales no humanos. Pero, por supuesto, los alienígenas podrían igualmente decir que para no ser comido habría que satisfacer tales criterios hastaotro cierto punto distinto, cumplido por ellos pero no por nosotros.

De manera que, en definitiva, no se ve de qué forma se puede considerar moralmente injustificado el consumo de humanos por los alienígenas de V a la vez que se considera justificado nuestro consumo de otros seres. Las consecuencias de esto parecen claras para quienes no considerarían aceptable su secuestro y consumo por parte de invasores extraterrestres.

Recientemente este argumento fue tratado también en el blog "Cuestión de respeto", en concreto, aquí: http://www.cuestionderespeto.com/los-extraterrestres/ , aunque no se centra en el caso concreto de la serie V (lo descubrí justo después de haber escrito esta otra entrada). 

Concluyo con un apunte sobre el título. La “V” del título de la serie viene de ‘victoria’. Tal victoria se vendría a dar con la liberación de los humanos, y el fin de las agresiones que estos, en la serie, padecen, así como de su uso como meros recursos para la satisfacción de los intereses de quienes son más poderosos que ellos...

 

Comentarios


Espejito, espejito...

Martes, 10 Noviembre 2009 10:02
Mikel Torres Aldave

En su excelente e irreverente libro The Philosopher at the End of the Universe. Philosophy Explained Through Science Fiction Films, 2003, Ebury Press, el filósofo galés Mark Rowlands  plantea cuestiones parecidas a las que propones en esta entrada Óscar, aunque, obviamente, en lugar de centrarse en la nueva versión de “V” se centra en la película “Independence Day” y en la saga de “Alien”. El título del capítulo no podría ser más explícito: «Independence Day & Alien: the scope of morality». Este capítulo del libro de Rowlands constituye, a mi entender, una de las mejores, más entretenidas y divertidas introducciones a la ética animalista (y ambiental).   ¿Por qué resulta interesante la ciencia ficción a la hora de abordar los problemas de ética animalista? Porque la mayoría de las buenas películas de ciencia ficción (aunque “Independence Day” no es una buena película, pero esta es otra historia) tratan del encuentro entre los seres humanos y los aliens, tratan de nuestro encuentro con otros seres diferentes en resumidas cuentas (pueden ser aliens, robots, monstruos, cyborgs, etc.). Enfrentarnos a esa alteridad que representan estos seres y su comportamiento equivale a poner un espejo en frente de nuestros actos e ideas y, por tanto, nos ayudan a entendernos mejor a nosotros mismos (o nos dejan perplejos ante ciertos actos propios que previamente considerábamos perfectamente justificables).   Creo que ésta es una de las mayores aportaciones que los relatos de ficción (sean audiovisuales o literarios) y la ética animalista comparten: llegamos a entendernos mejor a nosotros mismos al reflejarnos o salir al encuentro de aquello que superficialmente parece muy diferente de nosotros. Ésta es una dimensión de la ética animalista que no suele subrayarse muy a menudo: al debatir sobre el estatus moral de los animales no humanos estamos debatiendo a su vez sobre el estatus moral de los humanos. Lo que está en juego en la ética animalista es el tema central de las ciencias humanas: la identidad (ética y ontológica) de los seres humanos.   ¿Actúan los alienígenas de V de forma moralmente incorrecta al saquear y destruir el planeta y utilizar a los seres humanos como simples recursos de consumo? Supongo que nos gustaría responder que sí actúan de forma moralmente incorrecta. Después de todo, podrían haber adoptado un comportamiento menos consumista o más sostenible si se quiere. Además, creemos que deberían tener en cuenta a todos los seres afectados por sus acciones, por lo que el hecho de que ninguneen los intereses de los seres humanos nos parece inaceptable. Sin embargo, básicamente esto es lo que los seres humanos hemos estado haciendo con la naturaleza y los animales desde que evolucionamos y descendimos de los árboles.   Supongo que en esa situación nos gustaría poder razonar con los alienígenas, apelando a la consistencia y la imparcialidad, para convencerles de que dejen de tratar así al planeta y a nosotros mismos. El planteamiento de Rowlands es aquí ejemplar. Los principios que deberíamos plantearles serían los siguientes: 1. Todo alienígena debería ser tratado con igual consideración y respeto. 2. No puede haber diferencias en la consideración moral de ningún ser a menos que exista alguna diferencia relevante. Éstos principios parecen bastante lógicos y universalmente aceptables.   El problema, como Óscar señala en el post, es que resulta bastante posible que los alienígenas consideren que existen múltiples diferencias moralmente relevantes entre ellos y nosotros. Aunque la lista de diferencias aducidas podría ser amplia, la inteligencia figuraría en primer lugar. ¿Cómo responderíamos a esta respuesta de los alienígenas? Pues, obviamente, mediante el argumento de la superposición de especies: aunque podría ser cierto que la mayoría de los alienígenas fuesen más inteligentes que los humanos, no es cierto que en todos los casos esto sea así. Por tanto, apelando a la consistencia, les haríamos notar que si desean tratarnos como les venga en gana porque son más inteligentes que nosotros, también deberían aceptar que algunos miembros de su propia especie sean tratados de cualquier manera porque también son menos inteligentes que la mayoría de ellos. Se podría proceder de esta manera con cualquier tipo de característica que los alienígenas reivindicaran como exclusiva y moralmente relevante excepto con una.   Efectivamente, hay una característica que los alienígenas y solamente los alienígenas poseen: la propiedad de ser alienígenas. Por definición, todo alienígena posee dicha propiedad mientras que ningún humano la poseería. Este argumento no sería vulnerable al argumento de la superposición de especies: los humanos no cuentan moralmente porque no son alienígenas. Algo tan simple como esto sería la respuesta que nos darían los alienígenas.   Sin embargo, creo que ninguno de nosotros aceptaría gustosamente esta respuesta y trataríamos de encontrar los problemas que acarrea la misma. Como sugiere el filósofo galés, podríamos replicar algo de este estilo: la diferencia entre humanos y alienígenas es, en última instancia, una diferencia genética. Es el perfil genético el que determina a qué especie pertenece cada ser, pero el problema para los alienígenas radica en que no resulta fácil justificar por qué, de las diferencias genéticas por sí mismas, deben derivarse implicaciones morales. Es decir, no es fácil justificar que la diferencia genética es un hecho relevante a la hora de establecer diferencias morales.   Sustituyamos las palabras “alien” por “ser humano” y “ser humano” por “animal no humano” en toda esta argumentación y nos encontraremos frente al espejo: veremos que el trato que actualmente damos a los animales no humanos es igual al que los alienígenas nos dispensan, al tiempo en que nos daremos cuenta de que no es en absoluto sencillo justificar este trato como moralmente aceptable.   Como a la bruja del famoso cuento de los hermanos Grimm, cuando nos encontramos frente al espejo y le interrogamos "espejito, espejito..." la respuesta que nos devuelve el espejo no nos gusta en absoluto.