Aprovechamos el declarado Día Mundial del Medio Ambiente para retomar la actividad de esta sección. Este año la celebración, a la que nos sumamos con esta modesta nota, coincide con la concesión a David Attenborough del Premio «Príncipe de Asturias» de Ciencias Sociales. No es frecuente que se otorgue un premio de estas características por una labor divulgativa, y menos en una categoría de ciencias. Labores como la del naturalista británico merecen todo el reconocimiento. En su caso, además, la "divulgación" ha necesitado la creación de algunas de las más bellas imágenes en movimiento jamás rodadas. Pero, ¿por qué el premio es en ciencias sociales? ¿Por qué no en investigación científica y técnica, comunicación y humanidades o artes, que son otras categorías de los mismos galardones? Es posible que ese fuera simplemente el lugar vacante donde encajarlo, pero tal vez, tal vez, se haya entendido por fin que el cuidado del entorno no es una manía naturista, una gracia que ciertas personas con determinada sensibilidad se empeñan en conceder a otros seres o, menos aún, un empeño más o menos nostálgico por dejar las cosas sin tocar, sino una necesidad social –y una necesidad perentoria. Ojalá.