Interesante post Antonio, voy a comentar algunas ideas generales que se me ocurren al hilo del mismo y en relación con el artículo de Javier Cercas. Como sabemos, las relaciones entre Ética y Estética son complejas. A lo largo de la historia de la filosofía, los filósofos han considerado de diversas formas la relación entre una y otra disciplina: desde la convergencia entre lo bueno y lo bello, a la separación radical de lo uno y lo otro. Efectivamente, generalizando y simplificando enormemente, podemos afirmar que lo bueno es el objeto de la ética mientras que lo bello lo es de la estética. El artículo de Javier Cercas, con la excusa de la propuesta de prohibición de las corridas de toros en Cataluña, hace referencia a un problema antiguo: ¿Cuáles deben primar, las razones éticas o las estéticas? El objetivo declarado de Cercas es “contribuir a la campaña en contra de que se supriman en Cataluña las corridas de toros”. El autor recurre para ello al supuesto valor estético de la tauromaquia, rechazando otros enfoques del problema. A  mi modo de ver, es indudable que los toros y el toreo poseen cierto valor estético, así como un carácter ritual que sublima (¿expía?) algunas cualidades y actitudes humanas. Comparto con el autor la idea de que “aunque no suelen discutirse, las razones estéticas no me parecen banales”. Al igual que estamos dispuestos a aceptar que las razones estéticas puedan ser relevantes a la hora de formular argumentos ecológicos (pueden consultarse en relación con esto los excelentes trabajos de la filósofa barcelonesa Marta Tafalla en su web: http://web.mac.com/marta.tafalla/EsteticadelaNaturaleza/Bienvenida.html), debemos estar dispuestos a aceptar que las razones estéticas son relevantes a la hora de considerar los problemas morales de las corridas de toros. Ahora bien, una cosa es que sean relevantes y, otra bien distinta, que dichas razones invaliden o superen a las razones éticas.  Aceptemos, junto con el autor, que el toreo sea un arte o, en su defecto, sea algo que “…se parece tanto al arte que es muy difícil distinguirlo de él” (olvidémonos de los problemas que pueden surgir de este parecido). Creo que el argumento puede reconstruirse más o menos así: (P1) El arte es valioso. (P2) El toreo es arte (o algo muy parecido al arte). (C) El toreo es valioso. En todo caso, del hecho de que el arte sea valioso no se deriva el hecho de que el valor artístico sea absoluto (como Cercas muestra al oponer las razones morales a las estéticas). ¿Es lícito matar para crear arte? ¿Deben establecerse límites a la utilización de animales en el arte? Aunque habría que matizar la respuesta en caso de que los animales estuvieran vivos o muertos, mi respuesta sería, sin lugar a dudas, afirmativa en el caso de los animales vivos como sería el caso de las corridas de toros (un artículo muy interesante de la filósofa avilesa Carmen Velayos al respecto puede encontrarse en el siguiente enlace:    http://www.ub.edu/fildt/revista/pdf/RByD10_Animal.pdf). Desde mi punto de vista no es lícito matar para crear arte, pero si considerásemos lícito el hacerlo, todavía tendríamos que explicar por qué se podrían matar animales en nombre del arte y no seres humanos (suponiendo que consideremos inaceptable la muerte de seres humanos en nombre del arte, algo que no parece demasiado controvertido). Todo criterio propuesto, si no quiere pecar de especista, debería ser capaz de superar las objeciones del argumento de la superposición de especies. Por supuesto que otros problemas muy interesantes están presentes también: ¿Cómo definimos el Arte? ¿Qué criterios vamos a utilizar para evaluar la artisticidad de una obra/actividad? ¿Son, tanto la definición propuesta como los criterios, objetivos? Si no lo son, creo que debería primar la consideración moral de los seres sintientes, porque el dolor y, en cierta medida, también el sufrimiento que experimentan los toros de lidia son objetivos y difícilmente pueden ponerse en duda (mientras que la artisticidad de la tauromaquia sería más discutible, aunque, como he manifestado, yo estoy dispuesto a aceptarla). Nos enfrentamos al arduo problema de la objetividad del arte, un problema que no es nada fácil de responder. Todo esto son solamente algunas ideas generales que se me ocurren en lo tocante a la relación entre Ética y Estética. En otro comentario mostraré mis impresiones sobre los argumentos específicos que se plantean en el post.