Para alguien como yo, que trabaja dentro del campo de la denominada como “ética del deporte”, reseñar el libro Ética y deporte es un motivo de celebración. Pues, a pesar de que el deporte, en tanto que actividad social, es central para comprender el modo en que las sociedades contemporáneas se relacionan y comprenden, no ha sido apenas tratado dentro del ámbito de la filosofía española, dónde, como afirma José Luis Pérez Triviño en la introducción, “la filosofía del deporte apenas está desarrollada” (p.15). A simple vista, el autor nos ofrece un texto que mapea de modo introductorio las principales cuestiones éticas que se presentan a los filósofos del deporte. Sin embargo, hay varios términos que no han de confundirnos, a saber: “introductorio” y “deporte”.
En el caso del primero, la naturaleza introductoria de esta obra no debe entenderse sólo como la de un trabajo que pasa de puntillas, de un modo expositivo y claro para el lector, sobre las principales cuestiones filosóficas suscitadas por el deporte. No obstante, esta introducción va mucho más lejos, pues ahonda en los problemas, analiza todas las posibles soluciones que cada autor o corriente filosófica ha aportado y, tras realizar este trabajo expositivo, se enfrenta directamente con ellas de un modo personal y directo. Así, podríamos decir que el autor “se moja” en cada uno de los asuntos problemáticos tratados en el libro, respondiendo a preguntas del calibre de: ¿qué es el fair play? ¿Son legítimas las faltas estratégicas? ¿Qué decir de las prácticas médicas consideradas como dopaje? ¿Cómo hemos de aproximarnos a las cuestiones de género que emergen en el seno de las prácticas deportivas? ¿Tiene el deporte rasgos, e incluso raíces, comunes con el racismo, la violencia o los nacionalismos?
En cuanto al segundo término cuya naturaleza debe tomarse con cuidado, a saber: “deporte”. Como muy bien se ocupa de aclarar nuestro autor, éste no se refiere a todo ese conjunto de actividades físicas que comúnmente denominamos como tal, sino única y exclusivamente al deporte competitivo de élite, es decir, ese tipo de deporte que constantemente está bajo la atención del mundo entero. Este afán por aclarar los problemas éticos del deporte de élite es heredado por José Luis Pérez Triviño de sus fuentes, ya que dentro de la filosofía del deporte angloamericana hablar de deporte es, normalmente, hacerlo de deporte competitivo de élite, a diferencia de otras escuelas de pensamiento como la alemana, cuya noción de deporte es mucho más amplia. Esta “pérdida de amplitud” le permite un tratamiento más detallado de los problemas que le ocupan y, sobre todo, que su obra posea una gran actualidad en los temas que plantea.
Fruto de ese cara a cara entre nuestro autor y los problemas filosóficos ligados el deporte nacen seis capítulos que se extienden a lo largo de 212 páginas. El primero, titulado “Sobre el valor moral del deporte: Fair play, trampas y faltas intencionadas estratégicas”, nos presenta la discusión que estableció los cimientos de la ética del deporte, a saber, la referida al concepto de “fair play”. Todo autor que trabaje dentro del campo de la filosofía del deporte tiene que enfrentarse, al menos una vez en su carrera, a este concepto, ya que se trata del ideal regulativo del deporte en términos morales. A través de un análisis bastante crítico y detallado del mismo –que acaba con el último gran intento sistemático de conceptualizar el “fair play”; el del filósofo noruego Sigmund Loland–, José Luis Pérez presenta a los contendientes filosóficos que se baten en la arena de la filosofía del deporte: “formalistas”, “convencionalistas” e “internalistas”. Pero, no bastándole con presentarlos, les hace enfrentarse mutuamente en un caso real y problemático: la legitimidad de las faltas intencionadas estratégicas (FIE). Siguiendo la clásica y memorable discusión entre Warren P. Fraleigh y Robert L. Simon –padres de la ética del deporte– en torno a dicha cuestión, nuestro autor se alinea del lado del último y ofrece una revisión interesante del internalismo aprovechando sus conocimientos en filosofía del derecho.
A mi juicio, esa formación en filosofía del derecho es la que le permite distanciarse y criticar el internalismo de Simon para, a pesar de haberlo aceptado a grandes rasgos en su resolución del problemas de las faltas estratégicas, sin embargo, rechazarlo a la hora de dar cuenta de otro de los grandes problemas, más bien “el problema”, de la ética del deporte: la cuestión del dopaje. Éste será el tema del segundo capítulo, titulado “El dopaje”. Al alejarse de Robert L. Simon en lo referente a esta cuestión, José Luis Pérez toma como referentes los análisis elaborados por Claudio Tamburrini, Andy Miah y Julian Savulescu para acabar defendiendo, fuera de posiciones extremadamente liberales o peligrosamente alarmistas, un sistema regulador del dopaje que, a la vez que tiene en cuenta los derechos de los deportistas en tanto que individuos, no permite que la naturaleza interna del deporte se vea deformada y corrompida por el dopaje. Para defender este “sistema regulador”, José Luis Pérez se ve obligado a mostrar la falta de solidez de los argumentos –habituales en asociaciones como el Comité Olímpico Internacional (COI), la Agencia Mundial Antidopaje (AMA) o la Unión Ciclista Internacional (UCI)– que buscan convertir el dopaje en el demonio que todos los interesados en el deporte debemos combatir.
Una vez iniciado en la tarea de luchar contra prejuicios y status quo dañinos para la integridad del deporte, nuestro autor se enfrenta a la discriminación hacia el deporte femenino que puede percibirse en, prácticamente, todos los deportes actuales. Su capítulo “Deporte y discriminación sexual” defenderá una versión propia de la postura defendida anteriormente por Claudio Tamburrini y denominada como “equidad genérica”. De nuevo, su formación en derecho le permite proponer una serie de medidas que, muy cercanas a ciertas corrientes feministas, tratan de diseñar un panorama mucho más igualitario dentro del deporte actual.
Una vez se ha encargado de aquellos problemas que afectan de modo directo a la naturaleza interna del deporte, José Luis Pérez analizará aquellas cuestiones que no sólo tienen que ver con el deporte en sí, sino también con el entorno en que se encuentra, es decir, nuestras sociedades contemporáneas. Los capítulos “Deporte, guerra y violencia” y “Deporte, política y nacionalismo” nacen de este análisis. De nuevo la actitud conciliadora aparece como su seña de identidad. Alejándose de posiciones muy extremas, como, por ejemplo, la crítica de Tannsjö al carácter fascista del deporte, propone una visión no sólo más “mediadora”, sino, a la vez, mucho más plausible y realizable. Su crítica al apoliticismo deportivo muestra con claridad este carácter, pues, por ejemplo, frente a los que caracterizan al deporte como el opio del pueblo y defienden que éste no debería tener nada que ver con la política, nuestro autor propone una concepción de un deporte ligado en ciertos puntos esenciales a la política y sus fines, ya que éste ayuda a transmitir y potenciar algunos valores que aceptamos como buenos en nuestras sociedades. A raíz de la lectura de estos capítulos, puede percibirse uno de los rasgos más positivos del libro, su variedad: el autor aporta ejemplos de una gran diversidad de deportes, incluyendo aquellos que no están tan en el foco de atención del público deportivo, como los deportes femeninos.
En el discurrir de este enfrentamiento filosófico con los variopintos problemas del deporte, José Luis Pérez se atreve a cerrar su libro con un capítulo dedicado a los avances tecnológicos y el futuro del deporte. Frente a esa idea hegeliana de que la filosofía siempre filosofa al hilo de los acontecimientos, es decir, siempre “va rezagada” con respecto a la historia de los acontecimientos, José Luis Pérez propone ir más allá y analiza la posible influencia que los últimos avances de la ciencia médica podrían tener sobre la naturaleza del deporte y su modo de ser concebido y aceptado en la sociedad. Temas como el dopaje genético y los cyborg-deportistas hacen su entrada. Al igual que acontece en el campo de la bioética, estos temas levantan dos tipos de reacciones: por un lado, pánico de perder y modificar aquellos que nos convierte en lo que somos y, por otro lado, fervor por poner en marcha la maquinaria del progreso tecnológico. Autores como Michael Sandel, Julian Savulescu, Francis Fukuyama o Nick Bostrom –clásicos en debates de la bioética– se cuelan entre estas páginas para ayudar a nuestro autor a elaborar una posición crítica frente al problema. Alejado del pesimismo de unos y la euforia de otros, José Luis Pérez concluye este capítulo con una afirmación que bien puede resumir la intención total del texto: evitar que “intuiciones irracionales, […] prejuicios o […] tradiciones del pasado impongan irreflexivamente una visión del deporte que impida o limite la participación en condiciones de igualdad de los individuos (modificados tecnológicamente o no) en el deporte” (p. 210).
Este libro es un texto muy atractivo para todo aquel que desee entrar por primera vez en la corriente de la “filosofía del deporte oficial”. Sin embargo, no sólo los principiantes o legos en el tema son los lectores a los que va dirigido el texto, sino que el hecho de que el autor se enfrente valientemente a todas los problemas tratando de dar una propuesta propia, lo torna interesante para todos aquellos que estando ya dentro de la disciplina buscan nuevos argumentos, compañeros de debate y puntos de vista. Esto es altamente destacable, pues, como ya he nombrado, el trasfondo filosófico de José Luis Pérez –profesor titular de filosofía del derecho e investigador visitante del Uehiro Centre for Practical Ethics– le sirve para presentar un pensamiento basado en el trabajo conjunto del derecho, la bioética y la filosofía. Algo que resulta realmente novedoso en este ámbito, tal y como puede apreciarse de modo claro en su tratamiento de las faltas intencionadas estratégicas y su comparación con el fraude de ley.
Como último aspecto positivo de este texto, hay que añadir la ya esbozada novedad que éste representa en el panorama filosófico español. Puede decirse que estamos ante el primer libro de un pensador español dedicado a la filosofía del deporte como tal, mostrando que ese giro aplicado que la filosofía diera a mediados del S.xx va calando cada vez más en la filosofía española –en parte gracias a iniciativas como la colección de libros a la que pertenece esta obra: “Ética aplicada” publicada por la editorial Desclée de Brouwer. Es cierto que dentro del ámbito del pensamiento español ha habido algunos textos que han tratado de reflexionar filosóficamente sobre el deporte. Entre los más destacados están, sin duda alguna, el gran José María Cagigal y, por supuesto, esas pequeñas perlas que Ortega y Gasset dejó al reflexionar sobre cuestiones como la caza, los toros o el mismo término “deporte”. Sin embargo, como José Luis Pérez Triviño explica en la introducción, la “filosofía del deporte” como disciplina “oficial” –con presencia en el ámbito académico a través de una revista y una asociación propias– nace en Estados Unidos a mitad del S.xx debido al trabajo de autores como Warren P. Fraleigh, Bernard Suits, Robert L. Simon o William J. Morgan. En este sentido, se puede decir que el texto de José Luis Pérez Triviño es el primer representante español de la corriente oficial de filosofía de deporte.
Para aportar el aspecto crítico a esta reseña tiraré de mi “vena teórico-metodológica”, pues, aunque se aprecia claramente que José Luis Pérez elabora una metodología y un sistema teórico propios bastante novedosos, como ya he apuntado, querría haber encontrado un capítulo completamente metodológico en el que el autor, algo más alejado de los problemas concretos y preocupantes que analiza, expusiera de modo sistemático esa mezcla de filosofía del derecho, bioética y filosofía del deporte tan interesante que utiliza a la hora de bajar a la arena y ponerse a debatir con los principales protagonistas del debate ético-deportivo. En cualquier caso, el lector interesado en ello no debe alarmarse, pues podrá encontrar los rasgos de su particular ética del deporte a lo largo de las páginas de este magnífico libro.
Concluiré afirmando que podríamos etiquetar el presente volumen utilizando un solo término: “completo”. Si tradujéramos esta etiqueta a jerga deportiva, diríamos que José Luis Pérez Triviño se nos presenta como un “atleta todoterreno” o un “deportista total”, es decir, que es capaz de cumplir con creces cualquiera de las diversos roles que su práctica le plantea. Induráin fue un ciclista todoterreno porque mostró su fortaleza tanto en largas etapas de montaña y llanas como en rápidas contrarrelojes, mientras que “Magic” Johnson fue el baloncestista total porque además de “subir la bola” como el base más creativo que el aficionado al baloncesto ha visto nunca, podía defender a cualquier jugador de cancha y, a su vez, atacar como el mejor escolta, alero e incluso pívot de la NBA –como hiciera en aquel inolvidable partido de las finales de 1980 en las que sustituyó al mítico pívot “angelino” Kareem Abdul-Jabbar. Por su parte, José Luis Pérez Triviño ha sabido lidiar con todo tipo de problemas relacionados con la filosofía moral y el deporte: cuestiones de género, elementos políticos externos al deporte e internos a él, el problema del dopaje, la concepción filosófica del fair play, etc. En manos del lector queda juzgar la obra de este “todo-terreno” de la ética del deporte.