Aniversario 25 de Navdanya
Proyecto Fondecyt 11100009
La cosmovisión hindú parte del supuesto de que todos los mortales nos encontramos usualmente inmersos en el Velo de Maya. Este Velo cubre la esencia común que comparten todos los seres vivos y envuelve ilusoriamente al ser humano en su yo, presentándole su individualidad como un absoluto. Ese egoísmo natural representa el principal enemigo contra el que se ha de luchar para descorrerlo o rasgarlo y superar así las barreras individuales que limitan y domeñan a nuestro yo. Solo así resulta posible que la mirada se eleve desde lo individual a lo universal y se adentre en la verdadera realidad común de las cosas. Conditio sine qua non de esta sabia asimilación reflexiva es la compasión, pues gracias a este estado de conciencia el individuo es capaz de abandonarse a sí mismo en el padecimiento del dolor ajeno para ver más allá de los fenómenos individuales que distancian al “yo” del “tú”, traspasando el Velo de Maya y captando la identidad común que subyace bajo cada ser. La compasión proviene del hecho de tomar conciencia que nuestro verdadero yo no existe sólo en cada uno de nosotros, sino que es resultante de todos los demás. Al haberse liberado del principium individuationis, todo dolor, ya sea el propio como el del más ajeno, puede ser padecido en intensidad del mismo modo.
Gandhi en el libro Mi credo hinduista enseña precisamente esta identidad de todos los seres vivientes, incluso de aquellos que se arrastran sobre la tierra pues al descender cada especie de una misma Fuente Universal, toda vida, en cualquiera de sus manifestaciones, es en lo esencial solamente una. Sabemos que Gandhi a través del ahimsa o Amor Universal, concretó sus prácticas de no violencia como forma de resistir y enfrentar la colonización británica de la India.
La protección y el cuidado por la biodiversidad son valores sustanciales de la tradición hindú, arraigados en grandes personajes de la India quienes han trazado a través de sus vidas un notable activismo filosófico. Recorriendo ese camino, por los causes del no daño holístico, llegamos a una ladera del Himalaya, donde se encuentra la Universidad de la Tierra, fundada por Vandana Shiva.
Vandana Shiva, ambientalista y ecofeminista de gran renombre internacional y autora de una vasta obra filosófica, señala en su libro ¿Proteger o expoliar? Los derechos de propiedad intelectual que el objetivo de las conquistas contemporáneas ya no son los territorios, el oro ni los minerales, sino el control de los sistemas económicos y los mercados.
La neocolonización ya no se refiere ante todo a la conversión de la tierra en propiedad por parte del explotador, sino a la instrumentalización del conocimiento por el totalitarismo de los intereses comerciales en una época de globalización y del llamado libre comercio. En varios de sus libros denuncia también la ocupación bárbara para ejercer un dominio comercial de territorios intelectuales.
Vandana Shiva fundó en 1987 Navdanya, un movimiento que busca fomentar cosechas orgánicas, creando bancos de semillas e iniciativas de agricultura orgánica. Su filosofía se basa en el cuidado de la biodiversidad y la mantención tanto de las semillas como de la agricultura libre del totalitarismo de los monopolios. Navdanya es un movimiento de resistencia contra aquel modus operandi que introduce patentes sobre la vida y las semillas, productos químicos e ingeniería genética. Por eso aspira reivindicar la libertad alimentaria reforzando la cooperación con la biodiversidad. Este año 2012 Navdanya cumple 25 años de trabajo por la protección de las semillas, la biodiversidad y la vida.
En ocasión de este aniversario saludamos a Vandana Shiva en su tierra natal. Venimos a homenajear su nombre, conocer de cerca su trabajo y aprender más acerca del pensamiento que ha inspirado la filosofía de Navdanya.
¿Qué la motivó a fundar Navdanya y cuáles son los nuevos desafíos del movimiento a un cuarto de siglo de su creación?
Vandana Shiva: Comencé en Navdanya hace 25 años, en 1987, por tres cosas que sucedieron. Lo primero fue que fui formada como física. Mi área es la teoría cuántica, pero en mis días de estudiante, el tipo de mujer que residía en estas áreas, estaban aquí para aprender un saber orgánico, pues se vivía defendiendo el bosque. Ellas llegaron y me dijeron “vamos a cuidar esos árboles” “no dejaremos que corten estos árboles”. El movimiento se volvió muy famoso, se trata del Movimiento Chipko. Chipko significa abrazar un árbol, abrazar. Me hice voluntaria en aquel movimiento y aprendí que no hay algo así como una especie inútil. El mundo comercial cree que hay algunas pocas especies que valen, que ve como útiles y que el resto son inútiles. Para las mujeres, nada es inútil. Para la naturaleza, nada es inútil. Aprendí sobre el valor de las especies y sobre la diversidad en aquellos tiempos. Luego en 1984 tuvimos un desastre, dos desastres en India. Uno fue el desastre industrial de Bhopal en donde una planta de pesticidas tuvo una fuga. 30.000 personas han muerto por causa de aquello. Y en Punyab tuvimos terrorismo. Allí también miles y miles de personas fueron asesinadas. Punyab era la tierra de la revolución verde, en donde la agricultura química fue introducida por primera vez en India. Le asignaron el premio Nobel de la Paz... El argumento fue que los químicos producirían prosperidad, y que la prosperidad prevendría a los granjeros de radicalizarse y de seguir el camino rojo de China, la vía de los granjeros chinos que crearon la revolución roja. Entonces crearon la revolución verde. La revolución verde no significaba sustentabilidad. Significaba que era diferente a la roja, pero 15 años después, en Punjab, hubo derramamiento de sangre porque la agricultura basada en los químicos estaba basada en el endeudamiento y los subsidios. Finalmente los granjeros no tenían prosperidad, y enojados decidieron tomar las armas. Entonces ya no era una alternativa a la roja, se convirtió en la revolución roja. A excepción de que en vez de ser revolucionaria en el modo Chino, se volvió trágica. Primero, en la forma de extremismo. En donde antes de pensar sacas primero los cañones. Luego en la forma de suicidios, lo cual es llevado a cabo bebiendo pesticida. Entonces aquella era la segunda, y me di cuenta de que algo andaba mal con el segundo tipo de revolución. Hice mi libro sobre la violencia de la revolución verde y me comprometí en promover la agricultura no violenta. Entonces en 1987 fui invitada a una conferencia en donde las grandes industrias estaban ahí, y dijeron: “queremos patentar todas las semillas, para hacerlo debemos hacer ingeniería genética, y para imponerlo al mundo necesitamos un acuerdo sobre propiedad intelectual”. Entonces dije: “ellos quieren una dictadura y yo quiero libertad para las especies, para todas las especies”. Así que regresé y comencé a salvar las semillas y comencé con Navdanya. Esa es la base de Nadvanya. Y es por eso que en frente de nosotros puedes ver que hay probablemente más de cien variedades de trigo porque es la temporada de trigo. También hay muchas otras especies. En junio plantaremos arroz y en esta granja tendremos creciendo cerca de setecientos tipos de arroz. Entonces esta es una granja de conservación, una granja para enseñar, una granja de investigación. Por eso dirigimos esta nueva Universidad en generosidad con la tierra.
En India importantes empresas de alimentos, impiden a los agricultores vender, suministrar y conservar las semillas o el material obtenido de sus cosechas a algún tercero. Por ejemplo, si es que en algún cultivo se reproducen semillas de la empresa Monsanto, y existe un contrato de por medio, infringiéndose alguna cláusula de este tipo, el cultivador tiene que pagar un costo altísimo. Para fiscalizar ello, Monsanto cuenta con inspectores de “gen”, hombres que visitan los campos de los agricultores –y que pueden reproducir también las semillas de la empresa en cualquier momento–, aunque el agricultor no esté presente o sin pedirle autorización. La historia ha mostrado que en lo sustancial estas industrias de alimentos transgénicos hacen prevalecer sus derechos por sobre los del agricultor y los acuerdos que pactan con ellos no tienen cláusulas de responsabilidad, pues no hacen referencia al rendimiento de las semillas. Tampoco existe responsabilidad ecológica asociada a la introducción de genes resistentes a los herbicidas o las plagas en sus cultivos. En definitiva, las empresas agroindustriales no se hacen responsables en caso de que las semillas no rindan como se ha prometido ni del daño ecológico que causen.
La ausencia absoluta de conciencia y responsabilidad socioambiental queda reflejada en la dicotomía existente entre los derechos ilimitados de la industria de las semillas y la absoluta falta de derechos de los agricultores. Este sistema es desigual, pues las empresas de semillas tienen todos los derechos y ninguna responsabilidad social ni medioambiental, y los agricultores y los ciudadanos que cuidan las semillas y la naturaleza no tienen derechos reales, pero sí corren todos los riesgos, y asumen todos los costos. Un sistema así no es apto para proteger la biodiversidad ni ofrecer seguridad alimentaria. Poco a poco, se transforma en un sistema cada vez más totalitario para la biodiversidad, reproduciendo formas esclavistas de trabajo.
Esto ha llevado entre otras cosas a la desesperación de los agricultores, lo cual se refleja a la fecha en el suicidio de alrededor de 250.000 campesinos en India debido a la presión de las deudas, ya que las empresas agroquímicas y de semillas, que también actúan de agentes secundarios y prestamistas de dinero, atrapan a los agricultores pobres con la compra de semillas y pesticidas caros, envolviéndolos en una infernal escalada de endeudamiento.
2) ¿La filosofía de Navdanya puede ser considerada una respuesta socioambiental para enfrentar y prevenir nuevas olas de suicidios, similares a las acaecidas desde 1997 en diversas regiones de India?
3) ¿Cuál y cómo ha sido la relación entre Navdanya y los familiares o cercanos a las víctimas de esta tragedia?
Vandana Shiva: Navdanya es una respuesta a la tragedia del suicidio de los granjeros. Suicidio que hemos tenido en los últimos quince años de agenda de globalización neoliberal, lo cual ha permitido que crezcan los monopolios de las semillas. 95% de las semillas de algodón están ahora en manos de Monsanto. Produjeron un alza de precio del 8000%. Una semilla de cinco rupias cuesta ahora cuatro mil rupias. Las semillas de cinco rupias se pueden guardar para siempre, las de cuatro mil tienen que ser compradas cada cuatro años. Esta es la receta para el endeudamiento. Una de las primeras cosas que Navdanya hizo fue crear bancos de semilla comunitarios. Ahora hemos creado cerca de ochenta y en el área de Vidarbha, en donde hubo los peores suicidios, mis colegas están haciendo lo mismo. En estos momentos están con los granjeros como yo estoy aquí. Estamos distribuyendo semillas. Hemos salvado semillas de algodones de diversas variedades y de todas las variedades de cosechas. Estamos ayudando a los granjeros a ir más allá de lo que he llamado: la monocultura de la mente. Hacer crecer solo un tipo de algodón no es prosperidad, sino endeudamiento. Cultiven algodón, cultívenlo orgánicamente, pero cultiven todo para que sus hijos no estén hambrientos. Nosotros les decimos a las viudas que han sido dejadas de lado: cultiven un jardín y así tienen algo para sí. Les llamamos a estos: “jardines de la esperanza”. Hay más de 100 jardines de la esperanza de las viudas de Vidarbha. Así que mucho del modelo de Navdanya es una forma de ir más allá del desastre social y ecológico. El suicidio de los granjeros se ha de acabar.
En Cosecha Robada señala usted que lo que la economía industrial llama “crecimiento” es, en realidad, una forma de robo a la naturaleza y las personas. Un ejemplo de ello es lo que nosotros llamamos “desierto verde”, problemática a la que usted se refiere cuando alude a la transformación de bosques nativos en pino y eucalipto, lo cual puede generar grandes ingresos económicos. Sin embargo, ese crecimiento monetario “roba a los bosques su biodiversidad y su capacidad para conservar suelos y agua.” Un robo a la naturaleza que creará escasez y terminará desplazando a los agricultores de sus territorios. Consideremos ahora la distinción entre exceso de consumo y superpoblación: a saber, que los países industrializados consumen treinta o cuarenta veces más energía que los habitantes de los países más pobres que suelen tener una mayor población. Evidentemente esto deja en evidencia responsabilidades diferenciadas asociadas a esta variante.
4) Si no olvidamos esta distinción a la hora de abordar la crisis socioambiental global: ¿es para usted la explosión demográfica en sí un problema central o secundario? ¿Atenta ésta contra la biodiversidad?
Vandana Shiva: Lo que llamamos una explosión demográfica para mí es un problema ecológico, no es un problema biológico. Lo que llaman una bomba de población –como si la biología de las mujeres fuese a llevar a una explosión demográfica– hace parecer que todo lo que se necesita son medidas anticonceptivas. Todo lo que necesitas es esterilización y todo estará bien. La realidad es que detrás del incremento de población hay un problema ecológico. Del mismo modo como si no tuviésemos la diversidad en nuestra granja no tendríamos el equilibrio para prevenir el crecimiento de pestes. Si no tenemos un equilibrio en la sociedad, entonces algunas personas tendrán demasiados niños porque no tienen nada más. Todos los países, India hasta el 1850, tenían una población estable. Cuando los británicos tomaron las tierras, nuestra población comenzó a crecer. Porque la gente había perdido sus tierras y únicamente tenían ahora manos para trabajar. Cuando tienes tu tierra, piensas en términos de las tierras y su capacidad. Cuando has perdido tu tierra y solo tus manos pueden traer ingresos para el final del día, entonces es mejor tener más hijos. Uno irá a pulirle los zapatos a alguien, otro irá a recolectar agua, otro se mantendrá vivo para el momento en el que seas viejo y necesites un lugar de retiro. Entonces tener un número alto de niños es una respuesta razonable para aquel que ha sido saqueado de sus recursos. Pero también es una respuesta muy razonable si tu costo de vida ha sido elevado, el que no tengas recursos para tener hijos. Si observas a Italia, que es un país Católico, el Papa les dice: “No practiquen la anticoncepción”. Pero Italia ni siquiera tiene suficientes niños para reproducir su población. Alrededor del 60% de Italia tiene aproximadamente 65 años de edad. No hay gente joven. ¿Por qué? Porque es muy caro reproducirse. Entonces de cualquier modo hay una inestabilidad en la ecología relativa a cómo está organizada nuestra economía. No es un problema biológico de reproducción no pensada. El poblamiento no tiene que ver con la reproducción biológica, sino con la reproducción social. Y cuando aquello se desequilibra, las personas encuentran un modo: sea no teniendo más hijos, o teniendo más hijos.
En su libro Las guerras del agua, usted sostiene que la crisis del agua es la faceta más grave e imperceptible de la devastación ecológica de la Tierra. Si las guerras del siglo pasado fueron por petróleo usted analiza en detalle, como las futuras guerras del Siglo XXI, podrán serlo por el agua. Se habla del apartheid del agua. De hecho, mucho de los conflictos bélicos, enmascarados como guerras étnicas o religiosas, son en el fondo también luchas por recursos naturales vitales y escasos. Ejemplo de ello, es el conflicto entre Israel y Palestina. Usted señala que el año 2000, el 50% de la superficie cultivada en Israel eran tierras de regadío, las poblaciones palestinas, en cambio, consumían únicamente el 2% del agua. Entre 1967 y 1982 el ejército israelí ejerció el control de las aguas de Palestina. Hoy el gobierno de Israel controla la utilización del agua por los palestinos, que está sometida a severas restricciones.
5) ¿Cómo han actuado los movimientos ambientalistas y la comunidad internacional frente a este tipo de conflictos?
Vandana Shiva: Llamo apartheid cuando hay separación. En Sudáfrica separaban a las personas de acuerdo a la raza. Podías tomar las tierras de la gente nativa y ponerla en mano de los blancos. Entonces tienes granjas muy muy grandes, y muchos sin tierra. De la misma forma ocurre con las aguas, algunas personas con poder toman el agua y otras son dejadas sin agua. Esta división es apartheid del agua. Está llevándonos a guerras. Tal cual como Sudáfrica tuvo su violencia estructural. ¿Cómo hacemos frente a esto? De hecho, ahora mismo que nos estamos reuniendo nosotras acá, la gente en el mundo se está reuniendo en Francia, en la ciudad de Marsella. Hay dos grupos reuniéndose allá. Uno es el de las corporaciones, que quieren propiedad sobre el agua del mundo y usar la escasez que han creado para maximizar las ganancias. El otro es el de los movimientos por el agua, que quieren proteger el agua y compartir con igualdad el agua. Entonces no hay una respuesta, sino que dos. Una proviene de la sociedad, la gente y los movimientos, y la otra proviene de los privatizadores.
En Abrazar la vida, el más notable tratado filosófico sobre ecofeminismo, se explica los orígenes del mal desarrollo asociados al patriarcado occidental moderno. El libro expone de un modo magistral los diversos tipos de revolución, incluyendo desde una perspectiva ambiental la verde y la blanca, entre otras, y hace un análisis de la crisis alimentaria cuyo origen es atribuido a la ciencia y desarrollo agrícolas masculinistas que han destruido y alterado el equilibrio ecológico de la naturaleza.
6) Han pasado más de dos décadas desde la publicación de este libro, Abrazar la vida: ¿cómo considera que ha sido la recepción de esta obra en oriente y occidente desde esa fecha hasta entonces?
Vandana Shiva: Bueno... hum... Abrazar la vida (Staying Alive) continúa siendo un top seller. Recién he dado una presentación en Cambridge y está entre las diez lecturas más recomendadas sobre sustentabilidad. Para cualquier curso. Puede ser un curso de política, economía, sociología, antropología, estudios femeninos o estudios del desarrollo. Aún es tan usado... El hecho de que una nueva edición haya sido lanzada en sus veinte y tantos años fue porque los editores se dieron cuenta de que todavía posee una relevancia profunda. ¿Por qué es de tal relevancia profunda? Creo que es de relevancia profunda por tres razones. Primero: porque nació de los movimientos de aquí. Aquí mismo en este valle, aquí precisamente. Representa la perspectiva del Sur. Se ha asumido falsamente que el ambientalismo es un lujo del Norte y que es de la riqueza del Norte. Entonces este libro muestra que no, que es un imperativo de sobrevivencia. Segundo: muestra que los líderes de los nuevos movimientos ecológicos son mujeres cosechadoras y eso cambió también las cosas, porque todos pensaban que tenías que ser cabecilla de una gran fundación internacional, que tenías que estar a la cabeza de una de las grandes agencias ambientalistas como Sierra Club, que fue lo que el ambientalismo era. Pero el ambientalismo eran las mujeres de Chipko. Y creo que la tercera razón importante es que escribí Abrazar la vida desde mi corazón. Lo escribí sintetizando mi experiencia. Usualmente digo que escribí en Abrazar la vida todo lo que no pudo ser puesto en un reporte científico. Fue el lado humano de la historia, de aquello que ocurría en nuestra relación con la naturaleza. Lo escribí mientras tenía... cuando había tenido a mí bebé.... En una mano, tenía a mi pequeño bebé recién nacido, en la otra, estaba escribiendo Abrazar la vida. Entonces había sido inspirada muchísimo por el milagro que es la vida. El milagro de un recién nacido, el milagro de cada planta que crece. Y por eso, como lo escribí desde aquella inspiración, es que no está dividido ni fragmentado en disciplinas. Es una totalidad, y porque es pleno, es útil para todos. Si tan solo me hubiese sentado y dicho: “Ok señoras ¿cuánto caminan para ir en busca de agua al día?” podría haber puesto un pequeño reloj y al final hecho un reporte diciendo que las señoras de esta aldea caminan tantas millas, podría haber hecho una tabla y haber tenido una tras otra para saber cuánto es lo que las mujeres caminaban, junto a pequeños relojes para medirlo. También podría haber medido el peso de cuánto tenían que llevar en sus espaldas. Podría haber hecho un trabajo cuantitativo tremendamente bueno. Sin embargo, no le habría dicho nada a nadie respecto de la relación de las mujeres con el bosque, con las tierras, con los arroyos, con las aguas. Y lo que le falta a la ciencia moderna es relación. Lo que necesita el futuro es relación. Porque este libro está escrito desde la relación es que tiene relevancia, y creo que la tendrá también en los cincuenta años de porvenir.
Agradezco muchísimo el significativo diálogo y las respuestas concedidas, las cuales de seguro son un sólido referente filosófico que nos ayudará a seguir avanzando en los Cursos reflexivos de Ética Ambiental en la Universidad de Chile, por los cauces del “no-daño holístico”.