Reseña de: Andy Farnell, Digital Vegan Book. Applied Scientific Press.2021
ISBN: 978-09-56088-61-1
El libro objeto de la presente reseña ha sido publicado en 2021 por Applied Scientific Press. En el mismo se tratan temas de actualidad como los problemas que plantean las redes sociales o la vigilancia en Internet. El autor, como profesor universitario, ha constatado que muchas personas se encuentran como mínimo incómodas con la situación que generan esos problemas e intenta en esta obra mostrar alternativas que puedan mejorar esa situación y las sensaciones molestas que genera en muchos casos. Es interesante que el autor haya escogido la metáfora del veganismo para plantear una dieta digital centrada en el minimalismo y en el uso consciente de la tecnología.
La obra que nos ocupa tiene un formato de orientación claramente divulgativa y de hecho el autor la presenta como la hermana más accesible de otra obra más profunda que aparecerá en breve: Ethics for Hackers. Debido a esa intención divulgativa, el autor se ha decidido por el uso de capítulos realmente breves que tocan una gran variedad de temas. Por ese motivo, más que presentar un listado de todos los capítulo creo que puede ser útil mencionar algunos de los temas que, al menos en mi opinión, pueden ser especialmente relevantes:
Pese a ser un libro breve, 211 páginas, cabe calificarlo de denso por la cantidad de información que aporta y merece la pena comentar que las referencias bibliográficas son realmente numerosas y sólidas. También creo conveniente mencionar que las mencionadas referencias abarcan a autores de diferentes materias, desde críticos de las redes sociales y promotores del minimalismo tecnológico como Cal Newport, Zeynep Tufekci, Nicholas Carr, Jaron Lanier y Nir Eyal, pasando por escritores como Neil Postman, Jacques Ellul and Lewis Mumford sin olvidar a filósofos como Aristóteles, Nietzsche, Heidegger y Hannah Arendt. Especialmente el caso de los filósofos parece relevante, porque muchos han olvidado lo que escribieron sobre técnica y tecnología.
De acuerdo con su perfil académico, Andy Farnelles informático, diseñador de sonido, autor y pionero en el campo del audio procedimental. Es licenciado en informática e ingeniería electrónica por el University College de Londres y está especializado en el procesamiento de señales de audio digital. Ha trabajado como programador de efectos de sonido para la radio y la televisión de la BBC, y como programador de aplicaciones del lado del servidor para la búsqueda de productos y el almacenamiento de datos. También es profesor visitante en varias universidades europeas y asesor de empresas de juegos y tecnología de audio. Su libro, ”Designing Sound“, es uno de los principales textos sobre diseño de sonido procedimental. Andy también formó parte del comité ejecutivo del Reino Unido de la Audio Engineering Society de 2015 a 2017.
Sus principales campos de interés son la filosofía de la ciencia, la ética y la política de la tecnología, y la psicología de los valores humanos. Actualmente su actividad se centra en la enseñanza y consultoría en materia de ciberseguridad.
Un punto especialmente importante, al menos en mi opinión, aparece al inicio del libro cuando el autor intenta explicar qué es un “vegano digital”, explicando que este término hace referencia a aspectos éticos, prácticos y políticos. Al igual que un vegano en el aspecto nutricional rechaza por motivos éticos los productos animales, el vegano digital rechaza los productos y servicios de empresas corruptas que no respetan a las personas y al medio ambiente. El autor menciona también que el problema se agrava por la situación de casi monopolio de la que disfrutan algunas empresas tecnológicas, motivo por el cual puede que pronto la única posibilidad para expresarse contra ese sistema será la de publicar libros analógicos o en formatos sin restricciones DRM.
El autor menciona algunas de las obras esenciales del movimiento ecologista (Silent Spring y The Limits of Growth) y los compara con las informaciones aportadas por Edward Snowden en 2013 y con el libro que ha publicado recientemente Permanent Record. Probablemente la principal coincidencia entre esas obras es que, pese a la gran cantidad de información aportada, sus efectos han sido tardíos o todavía no han aparecido. Quizás esa sea otra de las razones que han movido al autor a publicar la obra que nos ocupa y la que le seguirá.
En esa misma dirección, el autor considera que es imprescindible conseguir que cada vez más gente se ocupe de los temas tratados en esta obra y resalta la necesidad de que se trate de personas que sean activas en la materia y que no se limiten a apoyar económicamente a asociaciones que se encarguen del tema. La historia ha demostrado que esas asociaciones tarde o temprano acaban dependiendo de las organizaciones/empresas a las que quieren combatir. En un punto de la obra el autor menciona una lista gestionada por Bruce Schneier que incluye a “technologists in the public interest”, y que viene a ser una lista de profesores blancos de la academia estadounidense cuyos puestos de trabajo podrían ser fácilmente adquiridos por Google, por poner un ejemplo.
Otro aspecto tratado en el libro hace referencia al ya antiguo debate referente a la tensión entre seguridad y libertad (un debate que Benjamin Franklin liquidó, en mi opinión muy acertadamente hace cientos de años, pero esa es otra historia). El autor menciona que a las posibles víctimas siempre se les podrá vender protección, mientras que aquellos dispuestos a aceptar riesgos (y que normalmente disponen de más medios financieros) serán capaces de comprar medios para mantener su libertad. Esa división se irá acentuando hasta que “haya un sitio para cada uno y cada uno tenga su sitio. Más o menos como Londres en tiempos de Dickens”(la traducción es mía).
Al principio he mencionado el problema de la vigilancia, cuyo principal instrumento actualmente son los “teléfonos inteligentes”. Al respecto el autor menciona que es esencial conseguir restablecer un equilibrio en lo referente al uso de esos dispositivos. No se trata de que dejen de ser utilizados (y lo mismo cabe decir sobre las redes sociales), sino de evitar (si todavía es posible) que sean usados como instrumentos tiránicos y de mantener una situación en la que su uso no sea obligatorio y en la que el hecho de no usarlos no convierta a los “no usuarios” en parias. Sobre las soluciones que algunos plantean sobre la división de las Big Tech, el autor advierte que una medida de ese tipo no solucionaría nada y que seguramente la única solución es la desconexión voluntaria de los servicios de esas empresas. Esa opinión del autor se ha visto confirmada por la situación en algunas redes sociales federadas, en las que las pautas de comportamiento se han ido acercando cada vez más las existentes en la redes sociales de las Big Tech.
De nuevo sobre los teléfonos inteligentes, el autor plantea preguntas como: ¿por qué sigues mirando ese móvil y enviando tus datos a grandes corporaciones? ¿por qué sigues aceptando el trabajo infantil, la creación de basura electrónica acentuada por la obsolescencia programada? Y otras más. Hay que recordar que uno de los temas de esta obra es recuperar la tecnología. A día de hoy no hay un teléfono inteligente que pueda ser considerado seguro, y lo mismo cabe decir de todos los dispositivos calificados de inteligentes (coches, televisores, frigoríficos, ordenadores en las escuelas...). Como menciona el autor: la ciberseguridad es un proyecto fracasado. Y el internet de las cosas y su conexión con el cuerpo humano no hará más que empeorar la situación, ya que cuantos más dispositivos están conectados a una red menos segura es esa red.
Otra advertencia mencionada por el autor se refiere a la digitalización de la enseñanza, y la expresa con una frase genial: “enséñales y tus hijos tecnología y no dejes que la tecnología enseñe a tus hijos”. Y la refuerza recomendando que más allá de las clases de programación y de tecnología propiamente dicha se rechace el uso de esa tecnología en otras materias. Yo hace tiempo que recuerdo (y el autor también lo hace) que la mayoría de los multimillonarios de Silicon Valley llevan a sus hijos a escuelas organizadas de esa forma y que incluso prohíben el uso de teléfonos inteligentes. En relación con este tema también aparece la recomendación de enseñar a los hijos a hackear por sí mismos, a ser críticos y a aprender a ser administradores de sus dispositivos (“root”) en lugar de usar cacharros que se limitan a conectarse con algún servidor gestionado por empresas de dudosa transparencia y poco respeto a los derechos fundamentales de sus usuarios/productos.
También es importante otro aspecto mencionado por el autor: el uso de la tecnología en la enseñanza primaria e incluso secundaria está sobrevalorada, lo esencial es enseñar a aprender, ya que de esa forma serán capaces de aprender a usar la tecnología mejor que si pura y simplemente empiezan a usarla demasiado pronto.
El autor recuerda que las personas que disfrutan de una enseñanza de ese tipo también serán capaces de realizar mejores elecciones en lo referente a sus herramientas de trabajo en la vida profesional. Prácticamente no hay ningún servicio disponible en Internet que no sea sustituible por servicios basados en Software Libre y que no dependen de una corporación corrupta, el problema normalmente está al otro lado del ordenador y no en el ordenador o terminal: el usuario. Por eso obras como la que nos ocupa son esenciales para que las personas sean conscientes de lo que pueden hacer. El autor también se ocupa del mito de la seguridad en la nube ( yo siempre recuerdo que la nube no existe, solo son los ordenadores de otras personas o empresas) y recuerda que la estabilidad del software como servicio es atroz. También menciona que, todavía, existen empresas que pueden ayudar a quien así lo desee a tener una infraestructura propia sin depender de las ya mencionadas corporaciones.
En lo referente a la Inteligencia Artificial, me gustaría introducir un par de citas del autor (la traducción es mía):
“Lo que la prensa llama „IA“, lo que los informáticos llamamos „aprendizaje automático“, es en realidad estadística avanzada. Asignamos pesos (distancias) a vectores de información.
Imaginemos un complejo móvil hecho de péndulos y molinos de viento que se balancea y gira de forma intrincada cuando se le empuja. Luego hacemos filtros que refuerzan o disminuyen esos pesos hasta que surge un modelo predictivo.
Cuando lo empujas de una manera determinada (estímulo) se mueve de una manera determinada (predicción). Eso está bien para conseguir que una máquina escriba ensayos o música. Pero cuando se aplica a las personas no es ético”.
Estas frases del autor me recuerdan a una mía: mientras la IA se use para jugar al Go no me preocupa demasiado, pero cuando se aplique a personas y a sus derechos fundamentales quiero seguir sabiendo donde está el enchufe para desconectarla.
Para ir finalizando me gustaría mencionar algunas de las conclusiones del autor, en las que menciona que tiene cincuenta años, que es un informático y un humanista escéptico que nunca ha utilizado un teléfono inteligente o las redes sociales para sus necesidades diarias, y no cree que lo haga nunca. Al mismo tiempo recuerda que tiene una relación larga y profunda con la tecnología y que (la traducción es mía): “espero de todo corazón que un día miremos atrás y veamos estos días como una oscura y lamentable aberración en la historia de la informática”:
Seguramente esta reseña no le ha podido hacer justicia al libro, pero espero que como mínimo ayude a que muchas personas lo lean. Para confirmar que Andy Farrell no es el típico activista o minimalista tecnológico con iphone, macbook, cuenta de gmail y perfil de facebook, me gustaría terminar con una información sobre el Hardware que usa (de nuevo la traducción es mía)
“Este libro, una tesis doctoral, una docena de artículos de revistas, cientos de lecciones de estudiantes y otros tres libros desde 1991 han sido escritos en un teclado Lexmark RS232. Ha sobrevivido a cuatro mudanzas, 2 perros, 3 gatos, múltiples cafés derramados y pretendo seguir usándolo dentro de 40 años. Ahora está conectado a una Raspberry Pi4 que ejecuta BSD. Vieja y nueva tecnología en perfecta armonía”.
Ricardo Morte Ferrer
Doctorando en Filosofía Universidad de Granada. Presidente LI²FE