Proceso de patrimonialización en la provincia de Jaén: enfoques ético-sociales en el ámbito patrimonial
María Alejo Armijo
Universidad de Córdoba
malejo@ujaen.es
amalejo07@gmail.com
No es sencillo abordar el concepto “patrimonio”, especialmente en los últimos años donde su significado se ha visto enriquecido, ampliado y modificado, constituyendo una dimensión social que depende de la comunidad, de sus gustos, inquietudes y necesidades; adquiriendo a la vez un rasgo múltiple, en cuanto a número de perspectivas se tengan sobre él (García Fernández 2013).
Es por ello que formular preguntas como ¿quién o qué le otorga valor real al patrimonio? ¿Qué hace que un bien patrimonial “valga más” o “sea representativo de un territorio” y no otro? ¿Qué es en sí el patrimonio? ¿Quién lo decide o qué elementos lo conforman? ¿Qué sería de los sitios si nadie fuera a visitarlos?... No tienen una respuesta clara. Lo que es evidente es que existe una dependencia muy fuerte entre el patrimonio cultural y el turismo, y a la inversa, no siendo exclusivamente un vínculo económico. Sin embargo, ante esta premisa, surge un nuevo interrogante: ¿cómo afectaría el turismo a la conservación del patrimonio cultural?
Algunos autores (McCannell 2005; 2017), plantean una dualidad en el turismo cultural: como una herramienta positiva para la conservación del bien patrimonial, convirtiendo a la ciudad en un espacio de producción capitalista, y como un proceso de paralización en estos bienes, dado que este proceso de patrimonialización los despoja de su historia particular y lo convierte en un producto más. Consecuencias de este tipo se observan en las grandes ciudades, como Barcelona, Sevilla, Santiago, Cáceres o Córdoba (Castro Sánchez y González Gutiérrez 2021), donde el efecto colateral de la llamada “gentrificación” (Vaquerizo Gil 2020, Cocola 2016) ha llegado a desvirtuar ese “sentimiento colectivo de pertenencia en la comunidad local” (González y López Guzmán 2016, pp. 103).
Podríamos hacer otra pregunta referente al patrimonio: ¿es posible plantear una gestión territorial desde el punto de vista patrimonial? Actualmente y, especialmente en esta época pospandémica, es todo un reto enfrentarse con nuevos planteamientos para dinamizar un territorio. Existen los instrumentos base que facilitan su planificación (planes directores, estrategias, proyectos…), pero también hay un entramado administrativo, turístico, institucional y social que se entreteje en la realidad del patrimonio. En la logística que entraña la gestión patrimonial de un territorio, cada uno de sus engranajes debe funcionar en armonía para la buena circulación de esta cadena. Otros estudios (Farinós Dasí 2021) hablan sobre cuatro dimensiones para que la sostenibilidad resulte plena: eficiencia económica, equilibrio ambiental, justicia social y perdurabilidad en el tiempo e incluso proponen un decálogo de buenas prácticas para lograr una ordenación del territorio sostenible a largo plazo. Aun así, la gestión siempre tendrá un fuerte componente subjetivo porque son personas las que están detrás y no debemos olvidarnos de ello.
De igual forma, esta gestión desde un punto de vista ético, no está exenta de dificultades ya que hay varios factores que están implicados en ella. Entre ellos, podríamos destacar la responsabilidad inherente que surge hacia la autenticidad el bien cultural (Freeman 1984; Velasquez 2014, pp. 23-27) y que afecta al modo de conservación y exposición del patrimonio; o la misma responsabilidad que afecta a los gestores culturales, fomentadores de las buenas prácticas y de la educación patrimonial entre la ciudadanía, sobre los que recae el disfrute y el uso del patrimonio, tal y como recoge el preámbulo de la Ley del Patrimonio Histórico Español de 1985.
Entonces, ¿cuáles son los engranajes que conforman la gestión del territorio? La palabra gestión es un vocablo abstracto, abierto a múltiples significados que abarca conceptos referentes tanto a la administración, al turismo, a la investigación como a la propia sociedad, entre sus múltiples variables (Campillo Garrigós 1998; Flores 2007; Querol 2020; Farinós Dasí 2021) (Figura 1). Cada uno de ellos conforma un engranaje específico en el tejido del paisaje cultural de un territorio con sus particularidades y contexto propios. Es por ello que las piezas y el número de eslabones diferirá de un sitio a otro, así como el ritmo de los engranajes y el movimiento. Se trata de una cadena que debe estar en armonía, sin importar la “velocidad” que adquieran las otras.
Figura 1. Parte de la cadena de engranajes que dinamizan el territorio. Fuente: elaboración propia.
No hay un primero o un último, sino que conforman un mismo movimiento y su posición es variable. Sin embargo, hay una tendencia en situar a la sociedad en el último, como si fuera un mero receptor del conocimiento generado, de las respuestas dadas o de los productos ofrecidos. En el ámbito de la investigación, por ejemplo, a la hora de elaborar un proyecto de I+D+i, se aboga por la constitución de bloques temáticos, donde la “divulgación” y “transferencia del conocimiento” parecen quedar desligados del resto de apartados y se suelen completar con actividades divulgativas (conferencias, congresos, charlas, publicaciones...). Con este comentario no pretende restar valor a este tipo de actividades que recogen todo el trabajo de investigación y la ponen al servicio de la sociedad, acercándoles su patrimonio; sino reflejar la importancia y la necesidad de que esta transferencia no se quede relegada a un momento puntual y final, sino a hacer de la ciudadanía una ciencia en la que desarrollar el propio proyecto patrimonial.
Este es el punto desde el que parte en este estudio. El análisis de varios productos turísticos en la provincia de Jaén y la consulta con los datos arqueológicos recogidos en la Guía Digital del Patrimonio Cultural de la Junta de Andalucía, nos ha llevado a emprender una iniciativa patrimonial donde se ha pedido la colaboración ciudadana para conocer qué saben sobre el patrimonio de su tierra y hasta dónde estarían dispuestos a arriesgar por utilizarlo como una herramienta viva que fomente el empleo en su localidad. Con este discurso se pretende ensalzar la idea de que la única forma de proteger y valorizar el patrimonio es a través de la creación de vínculos de identidad con la sociedad a la que pertenece y que, llegado el caso, crea también relaciones de identidad con él. Este es el engranaje que hemos detectado que se atora en la cadena de la gestión patrimonial en un territorio.
1. El origen de la cadena: la prospección arqueológica
Es indudable que la realidad patrimonial viene marcada por aquellos elementos monumentales que imperan en el imaginario colectivo. Aquellos elementos que “destacan” por encima del resto y que adquieren más importancia, complementando, parcialmente, la Historia de la Humanidad. La comprensión de los paisajes antiguos debe configurarse como un trampolín para proyectar las necesidades de la sociedad actual. ¿Qué entendemos por paisaje antiguo? ¿Aquel que protagonizó un gran acontecimiento histórico? ¿O aquel que ha fosilizado un momento de la historia?
Esta reflexión parte de una investigación llevada a cabo en el Instituto Universitario de Investigación Arqueológica de la Universidad de Jaén entre los años 2014 y 2018, gracias a un proyecto financiado por la Junta de Andalucía denominado “Innovaciones técnicas aplicadas al conocimiento y puesta en valor de Giribaile”, a cargo de los Incentivos a Proyectos de Investigación de Excelencia en equipos de investigación, dentro de la Modalidad Proyectos Motrices y de Innovación (P11-HUM-8113). Durante este periodo, se realizó una prospección arqueológica en el Alto Valle del Guadalquivir, en una de las áreas rurales de la provincia de Jaén: Vilches.
El objeto de estudio fue Giribaile, un oppidum ibérico localizado en la encrucijada de los valles del Guadalén y Guadalimar (Gutiérrez Soler 2002), con la intención de conocer sus límites territoriales hacia el norte. De manera complementaria, se documentaron los asentamientos que habían sido estudiados durante la década de los años 1990 en la vega del Guadalimar (Gutiérrez Soler et alii 1995; 1999) y que, actualmente, están bajo las aguas del pantano. El descenso de la línea de costa facilitó su registro, así como el de nuevos asentamientos que completaban el radio de influencia de esta ciudad ibérica, dotándola de una importancia mayor en el pagus de Cástulo (Alejo Armijo 2019). Estos pasos también asentaron las bases de una Carta Arqueológica al piedemonte de Sierra Morena que completa el paisaje cultural del Alto Guadalquivir.
Fueron cerca de 40 sitios los que mostraban la gran profundidad histórica existente en este territorio, desde los materiales vinculados a la industria lítica de la Prehistoria hasta cortijos, eras y pozos actuales que, liberados de las aguas del pantano, se configuran como sitios arqueológicos en proceso de formación y que representan un modo de vida pasado pero activo en el imaginario colectivo de una sociedad. Estos elementos arqueológicos, que dotan al paisaje de unas connotaciones románticas, son testigos vivos de una historia desconocida y corren el riesgo de desaparecer sin ningún tipo de documentación que los proteja. Esta superposición de bienes inmuebles de diferentes periodos cronológicos en un mismo paisaje, refuerza la idea de comunidad cultural e identidad de un territorio que, únicamente, es posible documentar a través de la metodología de la prospección arqueológica (Alejo Armijo 2019, 2023).
Este primer estudio se centró especialmente en la continuidad de los sitios arqueológicos adscritos a la Cultura Ibérica hasta el bajo imperio romano, dado que era la franja cronológica que articulaba la investigación en ese momento (Alejo Armijo 2019). El objetivo complementario de esta prospección fue documentar la continuidad histórica de ocupación en el territorio, por lo que no hubo discriminación a la hora de registrar las piezas: desde la pieza de cerámica no diagnóstica hasta construcciones contemporáneas, algunas efímeras, propias de las actividades cinegéticas y ganaderas del entorno (Figura 2).
Durante el desarrollo de esta prospección se utilizó un dispositivo GPS móvil (Leica GS15) que permitió la documentación sistemática de la cultura material localizada en el terreno, mediante su posicionamiento con coordenadas UTM y su correspondiente posproceso en el laboratorio con programas como Leica Geo Office para el procesamiento de los datos en bruto y Global Mapper versión 15 o QGIS Desktop 2.16.3 with GRASS 7.0.4 para la elaboración de una planimetría temática y cartografía global de la densidad de materiales. Los ítems eran fácilmente diferenciables gracias a su individualización mediante un código que permitía conocer los diferentes tipos de actividades o materiales presentes en un yacimiento, así como las relaciones entre los sitios y el entorno que lo rodea (García-Sánchez y Ezquerro Cordón 2012, p. 227). Una de las ventajas de utilizar este sistema es que nos permitió también dibujar la topografía del entorno y el contorno de las construcciones que nos encontrábamos durante nuestra prospección.
Figura 2. Algunos de los restos y construcciones registradas durante la prospección arqueológica. A. Mosaico romano procedente de la villa tardorromana del Cerrillo del Cuco; B y D. Restos de edificios recuperados tras el descenso de las aguas de los pantanos; C. Terriza, construcción destinada a la crianza de cerdo en Sierra Morena; E. Material cerámico recuperado en el Sitio 109 del Valle del Guadalimar; F. Una de las tumbas procedentes de la necrópolis del Cerrillo del Cuco. Fuente: elaboración propia.
La aproximación realizada durante el trabajo de campo a estos sitios permite conocer su estado de conservación, especialmente de aquellos que emergen de manera efímera de los embalses que pertenecen a la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir. Sus condiciones de conservación son extremas: desde aquellos que están totalmente arrasados y de los que solo conocemos su existencia gracias a la investigación previa, hasta aquellos que dejan a la vista restos monumentales y que son susceptibles de expolio en determinados momentos del año.
El descubrimiento de nuevos sitios motivó la consulta en la base de datos de la Guía Digital del Patrimonio Cultural de la Junta de Andalucía para conocer la realidad administrativa en la que se situaban los sitios documentados por este estudio. En esta búsqueda únicamente, 8 de los 39 sitios estaban registrados y eran conocidos por la administración1 (Figura 3).
Figura 3. Localización de Giribaile y disposición de los asentamientos con relación a la línea de costa (marcada en rojo). Fuente: elaboración propia.
Segundo movimiento: prospección virtual
Esta desarticulación de registros fue la que inició una nueva y peculiar campaña de prospección (Alejo Armijo 2023), esta vez de manera virtual, para ver qué tipo de patrimonio arqueológico se había recogido en la provincia de Jaén en la Guía Digital. Se localizaron un total de 2.541 registros (Figura 4). En el siguiente mapa de densidades se muestra el número de bienes inmuebles de carácter arqueológico que custodia la Guía Digital. La opacidad del color viene determinada por la cantidad de sitios que se han documentado en la zona. Hay que destacar también municipios que no figuran en la base de datos, en los que “no se ha documentado nada”: Frailes, Los Villares, Jamilena, Torres, Arquillos, Arrojo del Ojanco y Torres de Albanchez. De igual forma, hay 22 registros, que comparten término municipal, pero que no se han reflejado en esta figura2.
Figura 4. Mapa de densidades correspondiente al patrimonio arqueológico inmueble en la provincia de Jaén, atendiendo a la Guía Digital. Fuente: elaboración propia.
Un poco más de la mitad de los sitios arqueológicos (50,67%) corresponde a las zonas de Jaén (11%), Alcaudete (6%) y Vilches, Andújar y Úbeda un 5%, respectivamente, mientras que el porcentaje mínimo se localiza en territorio de sierra, al sureste de la provincia de Jaén. De manera complementaria, se extrajo su adscripción cronológica para conocer qué etapas históricas son las más documentadas en la provincia de Jaén. Destaca el periodo romano con un 34%, seguido por yacimientos de época prehistórica (28%), mientras que los asentamientos pertenecientes al Medioevo y a la Protohistoria se disponen con un 18% y un 16%, respectivamente. Como últimos porcentajes, los pertenecientes a época moderna (3%) y la contemporánea (1%).
Si analizamos estos datos, esta realidad arqueológica contrasta con la imagen que se vende de Jaén a nivel turístico, especialmente atendiendo a la presencia de los dos productos turísticos claves como son Viaje al Tiempo de los Íberos y la Ruta de los Castillos y Batallas (Figura 4). Ambos no tienen una base sólida en la que sostenerse dado que, por ejemplo, para la Cultura Ibérica solo hay registrado cerca de un 20% del total; algo que puede extrañar, especialmente a los ciudadanos, dado que Jaén se está mostrando como imagen única en mundo ibérico a través del Museo Íbero y de las investigaciones que se están llevando a cabo desde el Instituto Andaluz de Arqueología Ibérica de la Universidad de Jaén.
Figura 4. Municipios que forman parte de las rutas anteriormente mencionadas, atendiendo a la información del Portal de Turismo de Jaén. Fuente: elaboración propia.
Así pues, la realidad que se presenta cuando se accede al Portal de Turismo de la provincia de Jaén sigue teniendo un mismo denominador común: zonas de vacío patrimonial. En la Figura 4 se observa que los productos que se han seleccionado para articular el territorio, por ejemplo, en el ámbito del Viaje al Tiempo de los Íberos corresponden a siete municipios (estando Jaén capital sombreado en mayor intensidad al recoger el Museo Íbero y el oppidum de Puente Tablas); mientras que, a la derecha, se disponen las zonas seleccionadas para formar parte de la Ruta de los Castillos y Batallas, situándose Jaén como la provincia con mayor número de fortalezas (237 fortificaciones) (Montón 2022).
No se trata de adentrarse en el estado de conservación o acondicionamiento de los sitios para ambos productos turísticos, pero sí incidir en el escaso porcentaje con el que se representa la provincia de Jaén estando estos dos productos fuertemente consolidados en el territorio. Jaén ha estado apostando por la gastronomía (el aceite) y su rico patrimonio natural, renacentista, íbero y fortificado, entre otros, pudiendo haber eclipsado otro tipo de recursos en localidades que se han quedado a la sombra de una imagen ficticia. Este hecho hace que se distorsione la realidad histórica que se ha venido estudiando en la tierra jiennense. Si un destino destaca especialmente por la afluencia de turistas, va a crear una rivalidad en las zonas de alrededor y una competencia por la continua atracción y oferta de productos en un periodo limitado de tiempo, afectando, de igual forma al turista, dado que ni la investigación, conservación ni la difusión del bien patrimonial será la misma, especialmente al generar discursos simplistas y en serie (Castro Sánchez y González Gutiérrez 2021), desvirtuando el objeto en sí mismo y a la historia que contiene (Cejudo 2014).
Este vacío patrimonial ocurre también con otros productos que se ofertan desde el Portal de Turismo (Parque Natural Sierra de Cazorla, Segura y las Villas, Renacimiento del Sur, Oleo Tour Jaén, Legado Andalusí). No porque estos municipios no se hayan estudiado o porque no existan pequeñas iniciativas que movilicen sus recursos, sino porque no se debe dar por sentado que el hecho de formar parte de “algo”, en este caso una ruta, favorezca su visualización y protección. Si, por ejemplo, observamos el estado de conservación de algunos de los bienes que conforman las rutas, tanto yacimientos íberos, castillos medievales o edificios renacentistas, se observa que no son hábiles para su vista y algunos de ellos necesitan ser intervenidos con cierta urgencia. A razón de este hilo, se vuelve a esa dualidad que se mencionaba McCannell al inicio de este discurso y es que tampoco el hecho de visibilizarlo hará que se proteja o se cree una conciencia sobre ese bien. Sin embargo, es posible que impulse ese “algo especial” que necesita la sociedad para que empiece a considerar su patrimonio como propio. Ese “algo especial” es el que falla en la cadena de gestión patrimonial y que también presenta un reflejo social en el vacío poblacional que sufre, en nuestro caso, la provincia de Jaén, donde en 1950 vivían 781.228 personas, mientras que, a principios del año 2020, se ha perdido más del 19% de la población. En los últimos diez años (2012-2020), un 94% de los municipios ha perdido población, especialmente los situados en las zonas de sierra (Betanzos 2021), a pesar de que estos son los custodios de la mayor parte del patrimonio natural y cultural de la provincia3.
Lamentablemente, otro de los factores que articulan esta cadena es la investigación pura y dura. Si todo estudio debe revertir en la sociedad, no siempre se consigue transmitir de la misma manera para que llegue a calar en la ciudadanía, ni aunque se conciba como una conferencia divulgativa, charla-coloquio o voluntariado (Alejo Armijo et alii 2015). Quizás lo más próximo que genere esa conexión con el patrimonio es un “tú a tú”, una interacción directa con la persona, no con el público en general, sino con el individuo.
El arte de interpretar el patrimonio, así como de hacer accesible el discurso, es un aspecto básico e intrínseco dentro del proceso de investigación, y no todos los investigadores saben articular un buen discurso, ni aprovechar ese inherente carácter seductor que presenta (Alejo Armijo 2020, Arias-Ferrer y Egea-Vivancos 2018, Santacana-Mestre 2018). Esta reestructuración del discurso forma parte de un proceso de patrimonialización necesario para generar una conciencia y empatía cultural en la que se incluyen, no solo el bien patrimonial, sino también su descubrimiento, investigación y activación para la ciudadanía (Meseguer-Gil et alii 2018). Este proceso será el que genere un sentimiento y unas políticas de cuidado para su conservación, disfrute y, finalmente, transmisión a las generaciones futuras (Fontal Merillas y Gómez-Redondo 2016).
El patrimonio hay que usarlo. Si no se usa, se pierde. Si la sociedad lo desconoce y no lo sabe usar, no será posible crear ese vínculo especial. Sencillamente, solo aquellas personas que tengan una experiencia real con su patrimonio serán los que logren crear unos lazos identitarios para disfrutarlo y transmitirlo (Alejo Armijo 2023).
2. Cambio de enfoque: “prospección social”
Esta desactualización de los datos nos ha llevado a cambiar el enfoque de actuación en un territorio que está en continua despoblación, con el fin de tender una mano a aquellas zonas que no han tenido ningún proceso de activación patrimonial que las haya visibilizado.
En este sentido, con la intención de conocer la raíz de este proceso de patrimonialización, se ha elaborado una encuesta para indagar qué saben los ciudadanos de la provincia de Jaén acerca de su patrimonio, qué es lo que piensan o qué tipo de relación tienen con él, si lo valoran, si se sienten identificados o si, por el contrario, les es indiferente.
De la misma forma que la prospección realizada a nivel arqueológico y turístico-administrativa nos había aportado un sesgo del territorio, se ha querido mantener la misma metodología a la que se la ha denominado “prospección social”, en la que se ha pedido la implicación directa de las comunidades a través de esta encuesta. No se buscaba un perfil concreto del encuestado, sino la motivación previa a la realización de la encuesta. Ese ha sido el verdadero motor de este estudio: que la sociedad quisiera invertir o no su tiempo en responder y hacerse eco.
Se ha tomado como base el estudio realizado por el Observatorio de Educación Patrimonial en España para identificar las formas de relación identitaria en Castilla y León con el río Duero como referencia (Cepeda Ortega y Fontal Merillas 2019). Esta investigación se ha desarrollado en el seno del proyecto I+D+i Estrabón: el Patrimonio Arqueológico como seña de identidad, agente de desarrollo sostenible y motor turístico. La cuenca del Guadalquivir como laboratorio, dentro las “Ayudas a la I+D+i en el ámbito del Plan Andaluz de Investigación, Desarrollo e Innovación (PAIDI 2020) (PYC20 RE 013 - RIS3 ANDALUCÍA)” desde el cual se ha podido realizar esta aproximación social al patrimonio y plantearla como una herramienta para activar las zonas despobladas y rurales de la provincia de Jaén.
La encuesta atiende a 25 preguntas de diferente índole y variedad, y se divide en dos secciones. Una primera correspondiente a datos sociodemográficos de la población encuestada (sexo, nacionalidad, localidad de residencia, franja de edad, estado civil, nivel de estudios y situación laboral). Una segunda atiende al patrimonio y a la relación existente con él (una aproximación inicial a su patrimonio, dónde procede el origen de ese sentimiento patrimonial, qué le evoca su contemplación y la transferencia de dicha historia, el nivel de identificación y de compromiso adquirido con el mismo). Mientras que todas estas preguntas estaban habilitadas con respuestas predeterminadas que se especificarán en el apartado siguiente, hubo una de ellas que constituía la única de texto libre, relacionada con la percepción personal del encuestado con su patrimonio.
Se obtuvieron 533 respuestas durante el mes que estuvo activa (desde el 12 de septiembre hasta el 12 de octubre del año 2022, ambos días inclusive). Nuestro objetivo no ha sido alcanzar un porcentaje representativo de participación, sino, intentar llegar a lo máximo en ese periodo de tiempo y con las limitaciones que teníamos.
Al tratarse de un breve periodo de tiempo y de una difusión meramente digital, la franja de población quedaba limitada a nuestros contactos y a aquellas personas que disponían de un dispositivo móvil, por lo que habría un amplio sector de la población a los que iba a ser difícil acceder, especialmente a los mayores de 65 años, conocedores de primera mano de la riqueza de su patrimonio. Aun teniendo en cuenta este factor, se decidió por usar la plantilla del formulario Google y el canal principal de difusión fue la mensajería instantánea. De manera complementaria, se le escribió un correo personal a cada ayuntamiento, a la Diputación Provincial, al profesorado y personal administrativo de la Universidad de Jaén, así como a diferentes institutos de la provincia. Hubo un pequeño feedback por parte de algunos ayuntamientos que colgaron la encuesta en sus redes sociales y la mandaron por correo interno.
Esta cadena de difusión se implementó con el paso de los días y se creó un perfil específico en Facebook y en Instagram denominado “Cartógrafos de la Historia”, como un canal más de difusión de la encuesta en donde cada semana se actualizaba la participación de los municipios. La implicación de la comunidad virtual por esta vía, lanzó nuestro estudio hasta zonas a las que no habíamos podido llegar fuera del círculo familiar, de amistad y amigos de amigos.
De igual forma, atendiendo a la rápida aceptación que había por las redes, se aprovecharon dos días claves en la capital para difundir la encuesta a pie de calle: la VII Noche Jahenciana, que tuvo lugar el 24 de septiembre, donde la mayor parte de los monumentos de Jaén permanecen abiertos hasta altas horas de la noche; y la Noche Europea de los Investigadores, del 30 de septiembre (Figura 5). En ambos días, se prepararon unos códigos QR para entregárselos indistintamente a la gente que acudía a estos eventos, explicándoles la iniciativa del proyecto. Ambas experiencias fueron de lo más alentadoras ya que nos encontramos con varios testimonios de personas que ya habían realizado la encuesta y con comentarios como “está muy bien, hazlo que es para el pueblo”.
Figura 5. Algunos momentos durante la Noche Jahenciana y la Noche de los Investigadores en Jaén capital. Fuente: elaboración propia.
3. Resultados de la encuesta: materiales encontrados
A la hora de exponer los datos, se ha dividido la encuesta en tres bloques.
Primer Bloque: contextualización de los encuestados.
En lo que respecta al nivel de participación, la presencia de hombres y mujeres es casi equitativa, destacando una participación ligeramente superior por parte del sector femenino (56%); así como un rango de edad predominante entre los jóvenes de entre 25-34 años (29%) y adultos entre 55-64 (18%). Sin embargo, hay que subrayar que, a pesar de que la encuesta se llevó a cabo casi en su totalidad de manera impersonal y digital, hubo una participación del 8% de personas mayores de 65 años, un sector de la población que no tiene la facilidad de acceder a un dispositivo electrónico. En este sentido, viene a colación algunos testimonios recibidos sobre nietos e hijos que han llamado o visitado a sus mayores para ayudarles a hacer la encuesta y que también ha quedado reflejado aquí.
En lo referido al nivel de estudios y situación laboral, un 70% de los encuestados tiene un nivel correspondiente a enseñanzas universitarias y posgrado. En lo que respecta a la situación laboral, un 62% se encuentra actualmente trabajando, un 17% estudiando, un 10% en paro, un 9% jubilado y, el porcentaje restante se ha definido como incapacitado u “otros”, sin aportar más detalles (Figura 6).
Figura 6. Gráficos correspondientes a la edad y nivel de estudios de los encuestados.
Una de las preguntas más interesantes y sencillas corresponde al ámbito geográfico ya que nuestro objetivo era obtener respuestas de todos los municipios de la provincia, aunque solo hubiera contestado una persona por municipio (Figura 7). Se ha obtenido una representación de la mayoría de estos, aunque hay territorios, especialmente los que corresponden a la zona de sierra, a los que no se ha podido acceder de esta manera; quizás porque no ha llegado a ese territorio o porque llegó fuera de plazo. Las causas se desconocen.
Figura 7. Municipios participantes en la encuesta.
En cualquier caso, los resultados son muy significativos. Destacar la participación de Jaén capital con un 46%, La Carolina con un 5%, Linares con un 4% y Torredelcampo y Torres de Albanchez con un 3%, respectivamente. Este último pueblo, escondido en la sierra más recóndita y con una despoblación gradual y continuada, con 758 habitantes en enero de 2022, sorprende en los resultados al situarse entre los más participativos, en contraposición con la consulta realizada en la base de datos de la administración en la que el “vaciado patrimonial” de este pueblo era evidente.
Segundo bloque: emociones ligadas al patrimonio
Atendiendo al proyecto en el que se enmarcaba esta encuesta, hay dos preguntas dedicadas al río Guadalquivir. En una de ellas se les pregunta si el río Guadalquivir formaba parte de su identidad, donde el 89% de los encuestados afirma sentirse identificado con él; y una segunda sobre qué es lo primero que piensa cuando se habla del río Guadalquivir, donde la mayor parte de los encuestados (37%) mencionan a Andalucía, un 12% el río, un 10% el paisaje, y un 7% historia y agricultura. Estos datos resultan interesantes por el sentimiento de pertenencia a una comunidad, como eje vertebrador de los territorios de Andalucía (Figura 8).
Figura 8. Gráfico correspondiente a la pregunta: ¿Qué es lo primero que piensa cuando se habla del río Guadalquivir?
Se ha querido indagar también sobre el tipo de patrimonio existente en la localidad en la que reside el encuestado, dando ocho respuestas posibles: Monumental (36%), Arqueológico (20%), Paisajístico (18%), Inmaterial (9 %), Urbanístico (8%), Etnográfico (5%), Industrial (3%) y un apartado de texto libre (1%) en el que hacen referencia a la gastronomía y a la agricultura. Dentro de este último porcentaje y a pesar de encontrar una respuesta positiva a esta pregunta, hay seis respuestas negativas en las que el encuestado no ha sabido cómo definir su patrimonio, bien porque no conoce ninguno o, directamente, porque dice que no hay nada en su localidad.
Otra de las preguntas referentes al patrimonio como experiencia personal fue ¿Quién le ha inculcado este sentimiento de identidad con el patrimonio de su localidad? En ella, más de la mitad elige a su familia o sus propios vecinos (Figura 9). Destaca también un 12% que menciona su etapa estudiantil, las instituciones, su propio altruismo, curiosidad o pasión.
Figura 9. Gráfico correspondiente a la pregunta: ¿Quién le ha inculcado este sentimiento de identidad con el patrimonio de su localidad?
En lo que respecta a las sensaciones (Figura 10) que siente el encuestado cuando oye o se habla de patrimonio, un 43% de la muestra “se emociona” y un 24% “le recuerda o le une a…”. Sin embargo, lo más interesante de este gráfico es el apartado “Otros”, un sencillo 3% en el que los encuestados han reflejado su tristeza o dejadez cuando se habla del mismo, incluso algunos “no sienten nada” o le es “indiferente”.
Un reflejo similar se aprecia en ¿qué sentimiento le provoca hablar de este patrimonio con otra persona?, donde, indagando en la relación con el patrimonio y en la transmisión del mismo, cometimos el error de colocar únicamente sentimientos positivos, como importancia, cariño, felicidad, disfrute… En este apartado también ha vuelto a destacar un 5% en el que se sitúan emociones que van desde la tristeza y la nostalgia, hasta el orgullo o la indiferencia.
Figura 10. Gráficos correspondientes a las sensaciones con el patrimonio. Gráfico de la izquierda correspondiente a la pregunta Cuándo oye o se habla de dicho patrimonio, ¿qué sensación le evoca? Gráfico de la derecha, correspondiente al enunciado ¿Qué sentimiento le provoca hablar de este patrimonio con otra persona?
Tercer bloque: nuevo enfoque patrimonial
Este bloque se ha querido extraer del conjunto global de las preguntas dada la importancia que presenta a nivel de actuación sobre el territorio de una localidad en concreto, sobre su patrimonio. Mientras que el resto de enunciados se puede cuantificar con datos estadísticos, fijos e invariables, en este bloque se incluye una pregunta de texto libre, invitando a que los participantes volcaran su propia sensación sobre el patrimonio. En este sentido, las respuestas han sido tan múltiples y descoordinadas como perspectivas hay en el mundo patrimonial (García Fernández 2013).
La pregunta es: ¿Qué elementos patrimoniales actuales o perdidos puedes rescatar de tu localidad? No se trata de contestar al acto, sino que merece una pausa y una consideración diferente. Una oportunidad para el encuestado de pronunciarse a favor o no de su localidad. Hay tanto respuestas generales (cuevas, castillos, iglesias, yacimientos…), como específicas, donde, con nombre, apellidos y cronologías, hacen casi un inventario de lo que hay en su pueblo (el Castillo de Trovador Macías en Arjonilla, la talla de Crucificado de Navas Parejo (1942) en Begijar, el arco de la Manquita de Utrera en Quesada, el ayuntamiento (s. XVII) y el tesoro visigodo (s. VII) de Torredonjimeno, la iglesia de San Bartolomé y su retablo manierista de Villarodrigo, entre otros). Incluso, se abarca otro tipo de patrimonio que no se había tenido en cuenta en las preguntas anteriores: tradiciones, gastronomía, historia oral… De igual forma, hay algunas respuestas que mencionan bienes patrimoniales actualmente en ruinas, cubiertos bajo la tierra sin poder visitarlos o incluso eliminados del paisaje.
Frases como “Hay mucho por rescatar”; “En cuanto a bienes materiales inmuebles, su “rescate” se dificulta, aunque igualmente se trabaja en diversos de ellos”; “(en peligro de desaparición)”; “Yo lo único que puedo hacer es hablar bien de mi ciudad”; “Ninguna ya que esta todo destruido y perdido”; “Cualquiera que esté en desuso o infrautilizado, algo muy común”; “algún que otro rincón de mi pueblo olvidado”; “creo que aún no se ha puesto en valor toda la riqueza que tenemos”; “lástima que no tengan las fachadas originales”; “Se debería sacar partido a muchos monumentos que están cerrados y no hay visitas al público. Además, la mayoría de gente desconoce que existe una oficina de información turística”; “un poco descuidado”; “Ojalá se invierta mucho más” … son algunas llamadas de atención que nos revelan la manera en la que estamos usando el patrimonio, especialmente en lo que se refiere a la visión de la sociedad. Sin embargo, ¿hasta qué punto hay una intención de movilizar el patrimonio por parte de la ciudadanía? ¿Es una simple queja pasiva? ¿Hasta qué punto la ciudanía estaría dispuesta a verse involucrada en el proceso patrimonial para con su municipio?
Es en este apartado donde vemos algunas incongruencias con algunas de las respuestas en donde se medía el nivel de identificación y el nivel de compromiso que los encuestados estarían dispuestos a adquirir para con su Historia. Así pues, una de las preguntas presenta una escala de valor, donde 1 corresponde al nivel de “Desacuerdo” y 5 de “De acuerdo”, con la intención de conocer el nivel de identidad del encuestado con el territorio en el que vive, con los habitantes de su localidad y con el patrimonio que le rodea (Figura 11). En lo que respecta tanto al territorio como al patrimonio, hay un alto porcentaje de afinidad en el que más de la mayoría de los encuestados (75% y 79%, respectivamente) se siente identificado. El problema reside en la comunidad, donde en el nivel de simpatía correspondiente a la suma entre el 4 y el 5, alcanza un 41%; sin embargo, el 34% del grueso de los encuestados se sitúa en un punto intermedio en el que le es indiferente sentirse reflejado en los demás habitantes de su localidad, como si la comunidad o el sentimiento de pertenencia a la misma no fuera necesario para activar el patrimonio.
Figura 11. Gráfico que muestra el nivel de afinidad de los encuestados con respecto al patrimonio, habitantes y territorio.
Estos datos están ligados al bloque turístico que cierra la encuesta (Figura 12), donde la mayoría revela que sí sería capaz de invertir parte de sus recursos en patrimonio, aunque no cuenta con liquidez (47%), y en donde no confía en que el resto de su comunidad tenga tanta preocupación como ellos (36%).
Figura 12. Gráficos correspondientes a la capacidad de involucración de la ciudadanía.
Sin embargo, a casi la totalidad de los encuestados (98%) le gustaría que vinieran turistas a conocer el patrimonio de su localidad; y, acerca de las visitas culturales realizadas a otros lugares, un 54% se considera turista anual, un 41% mensual y un 5% semanal.
En conjunto, estos resultados muestran que la relación existente entre comunidad y patrimonio flaquea en algunos puntos de la sociedad. Ciertamente hay que tener en cuenta la realidad social de cada uno de los encuestados a la hora de sacar conclusiones precipitadas, pero el simple hecho de que una gran parte de los encuestados no se sienta identificado con sus vecinos, es una muestra de la falta de cohesión que existe en la comunidad y esta constituye un factor clave para activarla en todos los sentidos (económico, social, patrimonial…). Quizás este estudio ha puesto en primera línea el problema existente en la cadena de gestión patrimonial: la falta de cohesión entre la comunidad y entre la comunidad y el patrimonio. Este enlace es clave para cimentar una conciencia patrimonial sobre una sociedad que se ve envuelta en procesos y circunstancias que afectan a los que lo integran (García Fernández 2013).
4. Hacia la excavación patrimonial del territorio
A lo largo de estas páginas se han mostrado los resultados obtenidos con la encuesta patrimonial y el motivo por el cual se llevó a cabo. Aunque aún hay mucha información que extraer de las inquietudes que los encuestados han volcado, se ha observado un cambio importante si se observa el mapa patrimonial con el que se empezó este estudio.
En un primer momento, atendiendo a los parámetros consultados en la Guía Digital de Andalucía, destacaban Jaén, Alcaudete, Vilches, Andújar y Úbeda como los mayores representantes en patrimonio arqueológico inmueble (50,67%), mientras que, con esta encuesta se ha invertido el enfoque. Atendiendo al número de participantes por cada 10.000 habitantes, Torres de Albanchez se sitúa con un 22% del total de participación, seguido de Espeluy (16%) y Jimena (4%). En porcentajes más bajos encontramos a Jaén, Campillo de Arenas y Villarodrigo con un 3% respectivamente y a Albanchez de Mágina, Sabiote, Huelma, Torres, La Carolina, Torredelacampo, Cazalilla y Génave con un 2% cada uno. Esta nueva imagen ha recalcado nuestra intención por rescatar un sentimiento patrimonial que parecía apagado, pero que se ha reactivado con frases como: “Las aldeas en ruinas donde nuestros abuelos y padres criaron a sus hijos con muy pocos medios, pero con muchos valores”.
Así mismo, con este estudio se ha pretendido mostrar la importancia existente al abordar el concepto “patrimonio” desde diferentes perspectivas, incidiendo en la social, sacando a relucir factores morales que están estrechamente implicados en la conservación, investigación y difusión del patrimonio: una nueva revalorización del patrimonio jiennense, la importancia de los sentimientos, opiniones y conocimientos de la ciudadanía sobre este, nuevas vías de comunicación con la sociedad…
Las respuestas obtenidas y el ímpetu que ha demostrado la población para trabajar y dar a conocer su legado han despertado la chispa de una conciencia patrimonial, tanto para habitantes como para los turistas, y asentado los próximos pasos para una cartografía social que dinamice la provincia desde el ámbito patrimonial (Barragán-León 2019; Herrera 2008, 3; Vélez Torres et alii 2012), donde sean las personas el motor principal para activar el patrimonio de su localidad, constituyéndose como agentes activos en la toma de decisiones (Maraña y Revert 2020, 192).
La sociedad actual requiere de nuevos horizontes en los que proyectar el valor de la historia, no únicamente a través de los grandes y conocidos testimonios, sino en aquello que pasa desapercibido y que constituye un amplio campo de experimentación para generar una concienciación y educación patrimonial en la que empezar asentar las bases de una realidad social común.
Agradecimientos
Este punto de partida ha sido posible gracias al Proyecto Estrabón mencionado anteriormente y a la labor incansable y, al filo de lo posible, de historiadores del arte, restauradores, arqueólogos y profesores de secundaria que tienen esta inquietud patrimonial y apuestan por su tierra.
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