El Jardinero Fiel (2005) es el nombre de la película con la que Fernando Meirelles quiso denunciar los abusos llevados a cabo por algunas empresas farmacéuticas al experimentar en países en vías de desarrollo. El escándalo que inspiró la película fue el uso de Trovan ® durante la epidemia de meningitis en Nigeria por parte del laboratorio Pfizer. A continuación se resume el caso y se menciona su desenlace legal, en 2009.Asimismo, se ofrece una reflexión sobre los problemas bioéticos que crea la investigación biomédica realizada en países pobres.
En 1996, durante la epidemia de meningitis en Nigeria, investigadores de Pfizer acudieron a ese país con un antibiótico experimental, Trovan, que había dado buenos resultados en las fases 1 y 2 de la investigación, y lo administraron a niños menores de 14 años. Lo distribuyeron en los mejores hospitales (dotados de agua, etc.), donde la aceptación para participar en el experimento era una condición para ser ingresado. Por problemas atribuidos al lenguaje, se estimó que el proceso del consentimiento informado no se podía aplicar en ese caso.La molécula experimental se comparó con el antibiótico de referencia empleado en EEUU. Varios niños del grupo experimental murieron: once. El estado de muchos otros se deterioró. Ante esa situación, Pfizer interrumpió el experimento y abandonó el lugar. Nigeria denunció a Pfizer y ésta se defendió que esas muertes se debieron a la meningitis. Trovan se aprobó inicialmente, aunque sólo para adultos en EEUU y Europa, pero fue finalmente prohibido, en 1999, por crear problemas hepáticos. En 2006, Nigeria creó su propio código de ética de la investigación, con una regulación muy detallada sobre los procesos de revisión de los ensayos clínicos y los mecanismos de protección de los sujetos de investigación(www.nhrec.net/nhrec/). En 2009, Pfizer tuvo que pagar a las autoridades Nigerianas 75 millones de dólares por los daños creados a su población. (http://www.elpais.com/articulo/sociedad/Pfizer/negocia/Nigeria/acuerdo/extrajudicial/muerte/ninos/ensayos/clinicos/elpepusoc/20090406elpepusoc_2/Tes)
El caso citado plantea algunas preguntas comunes en la ética de la investigación biomédica, y otras específicamente relacionadas con los experimentos llevados a cabo en los países en desarrollo. En primer lugar, cabe preguntarse cuándo se pueden admitir excepciones a la regla general de que es necesario recabar el consentimiento informado del sujeto de investigación, y si éste puede tener alguna validez cuando se obtiene bajo alguna forma de coerción. Todas estas preguntas se han formulado desde que el Código de Nuremberg estableciera que el "consentimiento informado es absolutamente esencial". Lo cierto es que el consentimiento informado, ni es siempre necesario, ni es por lo general suficiente para proteger a las personas, a pesar de que contribuya a su protección. Esto es lo que parecen haber entendido las regulaciones internacionales más recientes, como la Declaración de Helsinki, al haber aceptado la investigación con personas incapaces (menores, personas incapacitadas, inconscientes...) garantizando, eso sí, que los riesgos para los sujetos de investigación son mínimos.
El caso descrito plantea otras preguntas derivadas del hecho de que la investigación se realizara en un país extremadamente pobre, donde el tratamiento estándar existente en los países desarrollados no estaba disponible. ¿Hasta qué punto es lícito experimentar en época de epidemia, cuando existe un tratamiento disponible, aunque sea en otra parte del mundo? ¿Cuáles son las obligaciones de los promotores de un experimento -si es que tienen algunas- para con la población que les sirve de sujetos de investigación, una vez terminado el experimento? ¿Es éticamente aceptable que los sujetos de investigación de los países pobres cargen con los riesgos e inconvenientes que conlleva el proceso de validación de una nueva molécula, mientras que sólo los países desarrollados acabarán pudiendo adquirir la molécula, en caso de validarse?
Estas y otras cuestiones relacionadas han suscitado un enorme debate entre los bioéticos durante los últimos 10 años, que se han preguntado hasta qué punto la bioética de cuño occidental es aplicable a la investigación biomédica llevada a cabo en los países en desarrollo. Asuntos como la tensión entre relativismo y universalismo moral, o el significado de la palabra explotación, forman parte del trasfondo teórico de estos debates.