Los desarrollos normativos en los últimos cuatro años en España – La Ley de medidas integrales contra la violencia de género y la Ley de Igualdad entre mujeres y hombres- avalan un cambio perceptivo importante respecto a las prioridades políticas tradicionales. Se han pensado como instrumentos que coadyuven al cambio social a favor de la integridad física y psíquica de las mujeres así como a favor de sus derechos civiles, políticos y sociales. Sin embargo, la aplicación de las leyes y el cambio de mentalidades que requiere son todavía asignaturas pendientes. Las inercias patriarcales y sexistas se retroalimentan en la sociedad muchas veces con nuevos ropajes aparentemente “modernos” y ni siquiera la tecnología escapa a impactos sociales de género diferenciales. Por otra parte, los medios de comunicación siguen transmitiendo estereotipos sexistas sin recato alguno a pesar de la supuesta presión de lo “políticamente correcto”. Esperemos que la legislatura que se iniciará en breve vaya consolidando avances sociales respecto a la igualdad entre mujeres y hombres. Mi objetivo en esta sección es, simplemente, suministrar motivos de reflexión para ir afinando nuestros análisis éticos y políticos y dejar atrás los prejuicios androcéntricos que se expresan en los abusos de un universalismo que demasiado a menudo se conjuga sólo en masculino.