Autonomía en construcción y educación afectivo-sexual.
Hoy, 5 de Julio de 2010, entra en vigor la nueva legislación española sobre el aborto. Eso sí, se mantiene sobre ella la espada de Damocles de si el Tribunal Constitucional la suspenderá. El Partido Popular ha interpuesto, como se esperaba, recurso de inconstitucionalidad. La Ley del año 1986, basada en los tres supuestos de peligrosidad para la salud de la madre, malformación del feto y violación ha sido sustituida por una ley de plazos cuyo objetivo es reducir tanto el número de embarazos no deseados como de abortos. Más allá de las objeciones totales de los sectores ultraconservadores, el debate más nutrido, con ocasión de la tramitación de la ley, se ha centrado en la cuestión de las adolescentes y de la hipotética mayoría de edad sanitaria para actuar con autonomía, esto es, al margen de la tutela de los padres, al tomar la decisión de abortar. Los "menores maduros" cuentan con una mayoría de edad sanitaria a los 16 años y parecía un contrasentido no respetarla para este caso. Sin embargo, la necesidad de acompañamiento de la menor en una situación en la que está involucrado su bienestar físico y psíquico ha llevado a formular la obligación de que al menos uno de los padres esté informado. Para los casos en que se detecte conflicto familiar o amenaza de maltrato, los servicios sociales deberán ejercer este acompañamiento, que interpreto como una versión disminuida de la tutela en consonancia con una autonomía que está en construcción.
La edad de iniciación sexual se ha rebajado drásticamente en las últimas décadas, a la vez que la educación sexual y afectiva en el sistema educativo es una quimera dada la politización que en este país afecta a la moral sexual. Los embarazos no deseados en adolescentes son un grave problema de salud individual y pública que sólo se atajará dejando atrás la hipocresía y enfrentando los hechos.
Sería muy conveniente que el sistema de salud promoviera una consulta obligatoria a los catorce años, al abandonar al pediatra, para niñas y niños. El objetivo sería la responsabilidad reproductiva. De hecho, los adolescentes son unos de los colectivos más olvidados por el sistema de salud. En otros países europeos, estos delicados años se aprovechan para detectar indicios de patologías mentales que eclosionarán posteriormente y para insistir en buenos hábitos de vida previniendo las adicciones. La adolescencia, paradigma de la salud, debe ser la etapa de la vida para un enfoque preventivo tomado en serio. La escuela y la familia en nuestro país no parecen enfrentar con rigor el reto de alentar la responsabilidad reproductiva. Por otra parte, los modelos de los medios de comunicación alientan una sexualización temprana y la reproducción de relaciones asimétricas entre los sexos a este respecto. Esta influencia socializadora está ahí, demandando análisis, y sin embargo, apenas se investiga.
Esperemos que la tramitación de la ley y sus disposiciones en el plano educativo y social supongan no sólo la garantía de la plena ciudadanía de las mujeres en cuanto a derechos reproductivos, sino que “inyecten” responsabilidad social en padres, docentes y personal sanitario. Deshacerse de comportamientos taimados e hipócritas respecto a la sexualidad parece ser lo adecuado y, en el plano educativo, trabajar a contracorriente contra la infantilización de la adolescencia promoviendo cotas de autonomía personal y colectiva en las chicas y chicos. La polémica que hemos comentado hace recaer todo el peso en las chicas, por lo tanto, habrá que plantearse cómo llegar al sector masculino para reforzar el ejercicio de una sexualidad responsable en un momento en que el efecto de las campañas anti-Sida parece flaquear. ¿Cómo plantear una educación sexual y afectiva que no se vea restringida a las motivaciones del miedo, del miedo al embarazo no deseado y del miedo al contagio de enfermedades de transmisión sexual? Alternativas hay, nuestra tarea será estimarlas y promoverlas.
María José Guerra Palmero. Instituto de Estudios de las Mujeres de la Universidad de La Laguna.
Comentarios
¡La causa fémina no justifica el vandalismo!
El 24. y el 25. de Noviembre 2010 los mujeres de Doností han manifestado por los derechos de la mujer y contra la opresión machista. Un grupo especialmente radical ha decidido de pasar al acción y ha pintado las facultades de filosofía y ciencias de la educación y de psicología con grafiti. Las accionistas no se han limitado a embadurnar afuera, pero también han decorado puertas y paredes dentro del edificio con el símbolo femenina ♀ y frases como “mí cuerpo es un espacio político”, una versión de “el privado es público”.
Al principio, tengo que expresar mi simpatía por la causa feminista. Me parece muy importante que los mujeres recuperan el derecho a sus cuerpos en debates sobre el aborto y la violencia de parejas. La necesidad de acción política se hace todavía más importante si tenemos en cuenta la falta de derechos y el maltratamiento de mujeres en los “países del tercer mundo” y en regiones menos desarrollados de los países “modernos”. Recomienda la película “Bedevilled” que he visto durante la Semana Internacional del Cine de Terror en Donostía. Demuestra el destino de una mujer de provincia en el Corea del Sur, un país por supuesto moderno, y su sumisión forzada, visto como normal por su entorno, a su marido. Otros problemas son la circuncisión de mujeres en algunos partes de África y la falta de fiabilidad de hombres en el soporte de su familia(s). Recomiendo que leen el articulo Women and Microcredit Financing in Nigeria: Implications for Poverty Alleviation and Fight against Vulnerability by Anayo Nkamnebe from the Nnamdi Azikiwe University, Nigeria: http://www.gim2008.ca/conference_proceedings/Nkamnebe.%20%20Women%20and%20Micro%20Credit%20Financing%20in%20Nigeria.pdf
Pero la necesidad de combatir contra el machismo no justifica el vandalismo. Espero que me permiten elaborar sobre eso en los párrafos siguientes. El vandalismo comparte algunos propiedades preocupantes con el terrorismo:
- El daña a inocentes. Por ejemplo han embadurnado los puertas de algunos filósofos que activamente combaten por la causa feminista, por ejemplo en organizando congresos sobre “Cuestiones de Genero en la Bioética” (ya saben a quien me refiere). El problema del vandalismo es que no se distingue entre “machistas” y “hombres buenos”. Una discusión profunda de este aspecto y del siguiente se encuentra en la obra de teatro de Camus Les justes.
- Es un método cobarde. El vandalismo anónimo no se enfrenta de manera directa al “enemigo”. Acciones clandestinas no permiten un dialogo abierto y democrático sobre el tema. Camus nos enseña que acciones clandestinas son el último medio, si todas otras han fallido. Espero que no es el caso del feminismo español.
- Tiene efectos contra productivos. Este punto es consecuente del primero. El resultado de la acción del 25. es que la Universidad del País Vasco tiene que pagar la limpia de los edificios. El dinero de la universidad viene indirectamente de la gente, mujeres y hombres, de España y de la UE. Otra parte viene directamente de los estudiantes, por la mayoría femeninas en psicología y educación. Eso son gastos innecesarios que podían ser utilizados incluso por la lucha feminista, en comprando libros de autores como Martha Nussbaum o en soportando soluciones locales (microcréditos), por ejemplo en Nigeria.
Recursos económicos y creativos no malgastados por las “artistas” y la universidad también podrían contribuir a la organización de discusiones públicas sobre los problemas principales del machismo.
Solamente existe un argumento en favor del vandalismo, es que se podría considerar arte subversivo. A esto responde que el mismo efecto se podría producir con posters bien hechos y creativos, sin daño y entonces éticamente correcto.
Para terminar quiero recordar a mis lectoras que el vandalismo siempre es una expresión de odio. Se acuerdan que en el episodio más triste de la historia de mí país, durante la noche de los cristales rotos (Reichskristallnacht) del 9 al 10 noviembre de 1938, las SS arrestaron a miles de judíos en Alemania y también destrozaron y embadurnaron sus comercios y casas con símbolos y mensajes de odio.