David Vogel, profesor de Ciencia Política en la Universidad de California y titular de una cátedra de Ética Empresarial en la Haas School of Business, se hace esta pregunta en The Market for Virtue.
La pregunta es importante porque si suponemos que las empresas sólo se mueven por incentivos de mercados y restricciones legales (suspuesto bastante plausible), entonces una demanda social de virtud (o de responsabilidad) sería uno de los pocos motores para una mayor ética empresarial.
La -no muy original- respuesta de Vogel es esta: Hay un mercado para la virtud si hay una sociedad civil y una opinión pública que señala a las empresas como agentes sociales de primera magnitud. Así como la democracia está pensada para que un partido que se equivoca pierda las elecciones, el mercado está diseñado para que una empresa que se equivoca o defrauda expectativas quiebre. Pero un partido no desaparece por perder unas elecciones; una empresa que quiebra desaparece. El mercado es por ello, en general y en teoría, más dinámico y más plural. Si una empresa quiere sostener su éxito no puede cometer errores ni irresponsabilidades, o no demasiados, o no durante demasiado tiempo.
¿Son por ello las empresas más fiables? No, porque la habilidad para mantenerse a largo plazo en el mercado, innovando en técnicas de venta, productos y tecnologías es una destreza muy sofisticada. La misma puede aplicarse para engañarnos con estrategias novedosas y sofisticadas. Quizá el auge de la ética y la responsabilidad social es una de esas estrategias, dirigida tan sólo a la sostenibilidad... de las propias empresas y sus beneficios privados.
Esto no debería deprimirnos mucho. Simplemente es algo a tener en cuenta al pensar en nuestro papel como consumidores. Es muy importante (debería ser una parte esencial de la educación para la ciudadanía) educar a las nuevas generaciones en el consumo responsable y sostenible. Y uno de los objetivos es la capacidad para exigir a las empresas, no sólo bienes, servicios, satisfacción y precio, sino también virtud y rsponsabilidad.
Comentarios
Comentario de David Pizarro
Virtud entendida aristotélicamente, es la noción que digamos se sigue manteniendo en la actualidad, es algo así como la finalidad y la excelencia de algo. Aristóteles decía que la virtud de un cuchillo era cortar bien y la de un caballo correr. En este caso podemos preguntarnos ¿Cuál es la finalidad de una empresa? Básicamente hacer negocios, generar riqueza y bienestar, que casi siempre coincide con la creación de capital por medios racionales. Si bien diferentes procesos sociales y tecnológicos han dotado a alguna parte de la población humana para estar informados y poder elegir su consumo, las empresas también digamos se adaptan a los tiempos de una manera inimaginable. Por ejemplo las películas Disney de clara orientación infantil cambian de personalidad jurídica al llamarse Touchstone Pictures que tiene películas con algo más de acción o al menos dirigidas a otro tipo de público. Con esto queremos decir ¿Qué podemos esperar de las empresas que a diferencia de los políticos identificables se mimetizan y se adaptan a los tiempos? y ¿Qué virtud le podemos exigir a las empresas y sus directivos?