El pasado martes, día 27 se entregó el V Premio Forética-MDS a la investigación en ética empresarial. El ganador fue un profesor de la UDIMA, Djamil Tony Kahale Carrillo, con un trabajo, que previsiblemente publicará como libro, sobre la Responsabilidad Social de Género.
El campo de la RSE ya es lo bastante maduro como para empezar a especializarse, incluso desde la perspectiva de la ética aplicada. La Responsabilidad de las empresas abarca muchos temas. La igualdad efectiva entre hombres y mujeres es uno de ellos.
El profesor Kahale Carrillo es un jurista, y se ocupa sobre todo de la cuestión legal y contractual: la aplicación de la ley para la igualdad efectiva entre mujeres y hombres en el ámbito de la empresa y los convenios de empresa o colectivos que contemplan medidas más allá de la ley (o fórmulas concretas para cumplir la ley de igualdad). Pero también destaca que el compromiso con la igualdad no debería limitarse al cumplimiento de la ley, por más que eso fuera ya un avance en muchos casos. El compromiso con la igualdad de género debería estar basado en el reconocimiento de las empresas y otras organizaciones como instituciones sociales básicas encargadas subsidiariamente de realizar los mandatos de equidad que son imperativos constitucionales, legales y morales. Lo contrario implica que las organizaciones están violando su pacto con la sociedad, el pacto que las autoriza a operar en el mercado con criterios de eficiencia y con ánimo de lucro. Si algo aporta la reflexión moral sobre la RSE es la idea de que el estricto cumplimiento de la ley no basta para que la sociedad acepte la legitimidad de las empresas -aunque, desde luego, eso es fundamental y, en muchos casos, suficiente. Porque la naturaleza del pacto no es sólo legal. La sociedad no sólo proporciona a las empresas un entorno material y jurídico seguro, también les proporciona enormes recursos intangibles, el principal de ellos la legitimidad. Y la contrapartida de esa legitimidad (de hecho, su fundamento) no puede ser únicamente un compromiso provisional de no violar la ley, sino el compromiso pro-activo de contribuir a que la sociedad logre sus aspiraciones políticas y morales. Una de las cuales es la igualdad efectiva entre mujeres y hombres.
Es obvio que hay obstáculos estructurales para que las mujeres tengan las mismas oportunidades efectivas que los hombres. Y gran parte de esos obstáculos no tienen que ver directamente con las empresas. Pero una parte importante sí tiene que ver con las decisiones empresariales y, más aún, con las culturas empresariales: el contexto en que se toman las decisiones, el trasfondo de sobreentendidos, prejuicios y hábitos. Las empresas tienen la responsabilidad de transformar esa cultura, so pena de perder su legitimidad.