Los gobiernos y administraciones públicas, sean de países desarrollados o en vías de desarrollo, se hallan afectados por la pandemia de la corrupción.
[1] Esto sucede cuando hay una crisis de valores en los gobernantes, funcionarios y demás personal que labora en el servicio público. Esta situación da amplio margen para que las actitudes antiéticas aparezcan de inmediato. No obstante, para contener el mar de corrupción nada como establecer un dique integrado por un conjunto de instrumentos que permitan poner en práctica una política en Ética Pública, es decir, la aplicación le la ética en la política y la Gestión Pública.
[1] Existen estudios que demuestran el incremento de la corrupción en el ámbito mundial, estos son realizados por diversos organismos tales como: Transparencia Internacional (TI), La Oficina de Lucha contra la Corrupción de la Unión Europea (OLAF), Naciones Unidas, La Organización para el Crecimiento y el Desarrollo Económico (OCDE), El Banco Interamericano de Desarrollo (BID), entre otros.
Si bien, la corrupción se da porque existen individuos que desarrollan una conducta deshonesta acompañada de antivalores deciden de manera deliberada realizar una determinada acción: la acción corrupta. Cuando se ha llegado a la decisión de realizar una acción corrupta, quien la ejecuta emplea toda la inteligencia, astucia y sagacidad para realizar su cometido. Quienes realizan prácticas corruptas carecen del mínimo escrúpulo y cuanto más avanzan en sus fechorías, mayor es su ambición. Incluso en algunos casos son capaces de eliminar físicamente a quien se oponga a sus intereses. No hay sistema de control externo ni antídoto eficaz para impedir totalmente una acción corrupta. Por fortuna, aunado a las herramientas existentes de control (informes, leyes, normas) externos al individuo, existen otras que se han descuidado u omitido y se dirigen al control interno al individuo mediante un conjunto de valores para el servicio.Frente al crecimiento del mar de corrupción mundial que se acentúa, hace falta establecer diques, uno de ellos es la Ética Pública. Esta disciplina se refiere a la aplicación y puesta en práctica de valores al servicio de la pluralidad de intereses. Invita al desarrollo de la plena conciencia de los servidores públicos en la elección de las decisiones y ejecución de sus tareas. Esta disciplina señala los valores deseables para ser asimilados en la conducta de las personas que desempeñan una función pública. Ofrece criterios así como una escala de valores para encontrar soluciones adecuadas ante los dilemas que se presentan en el ejercicio de la función pública.Un Buen Gobierno, para serlo necesita contar entre sus filas con personal íntegro, personas responsables que actúen sin olvidar el deber hacía la comunidad a la que representan. Los valores éticos, insertados en los servidores públicos y cultivados de manera adecuada, pueden hacer más eficiente, transparente, equitativo y justo el arte de gobernar así como el ejercicio de la función pública.
En el marco de las administraciones públicas, esto es, en el escenario internacional, sobre todo a partir de la década de los años noventa del siglo XX, la adecuada aplicación de una Ética Pública en un gobierno se acompaña de un conjunto de instrumentos entre los que cabe destacar:
- Leyes Éticas, que obligan no sólo a los organismos públicos a fomentar valores sino también a aquéllos del sector privado y social, en virtud de que existe una relación perversa entre unos y otros que dan vida a la corrupción.
- Un Marco Normativo de Conducta, mediante Códigos de Conducta, los cuales identifican los valores deseables para los servidores públicos. Los hay Generales para todo el gobierno y, Específicos, para diputados, senadores, altos miembros del gobierno, por sectores de la administración, etcétera.
- Especialistas en la materia, se refiere a los encargados de la formación en ética pública.
A su vez este conjunto de instrumentos debe estar inmerso dentro de una estrategia que involucre tanto el mundo de la política como el de la administración pública y que integre, al menos, los siguientes elementos:
a) Reconocimiento de la importancia y necesidad de la ética pública por parte de los gobernantes. Es necesario establecer un proceso de concienciación y deliberación de la importancia de los valores en el servicio público acompañado de voluntad política, es decir, de un compromiso político verdadero.
b) Asignación de un equipo responsable del fomento de la ética (Consejo Ético). El cual tiene por tarea formular una estrategia con un plan de acción y se inserte dentro de un programa de gobierno.
c) Un Programa Ético dentro del Plan de Gobierno el cual establece apoyos, instrumentos así como líneas de acción en la realización de los objetivos y metas.
d) Instrumentos de trabajo. El establecimiento de un Marco Jurídico Ético (Ley de Ética Pública), un Marco Normativo de Conducta (Códigos de ética), la Identificación de Materiales Especializados (Bibliografía), así como el contar con Profesionales en la materia (Expertos en ética).
e) La operación del trabajo. Se refiere al establecimiento de criterios pedagógicos al momento de impartir la formación así como a los ámbitos en donde se desarrolla.
f) Supervisión, Control y Evaluación. Implica varios elementos: el establecimiento de un sistema adecuado de quejas y denuncias que recoja actos antiéticos por parte de servidores públicos; un sistema de sanciones ejemplares; Comunicación e información fluida con la ciudadanía; Balance de resultados, y mejora continua en el proceso para impulsar la ética pública.
g) Un espacio de actuación (área, oficina o departamento) o bien la creación de un organismo encargado de la formación y vigilancia ética en los políticos y funcionarios públicos.
h) Proyección de la Ética. El problema de la corrupción no se reduce al ámbito público, abarca los ámbitos privado, social y académico, por esta razón en estos espacios es necesario también el fomento de los valores.
i) Proyección de la ética en el ámbito internacional (con gobiernos y organismos internacionales). La corrupción tampoco es exclusiva de un país o conjunto de éstos, hoy en día es mundial por eso es importante sumarse en la construcción de una red de ética global.El estudio y operación de la Ética Pública responde a una de las nuevas tendencias de la Gestión Pública contemporánea. En algunos países cobra importancia el interés por incorporar diversas iniciativas en esta materia, por un lado, como resultado de la demanda ciudadana y, por otro, ante la sensibilidad de los gobiernos en virtud de que la corrupción ha invadido no sólo el dominio público, sino el privado y el social. En el ámbito público las diversas prácticas corruptas han llegado hasta los más altos niveles del Estado: Jefes de Estado y/o de Gobierno, presidentes, primeros ministros, pasando por los diferentes niveles jerárquicos gobernadores, alcaldes, diputados, senadores, jueces, policías, funcionarios de nivel alto, medio y bajo, etc. La corrupción sin duda daña a un país pero sobre todo a los gobernados, ciudadanos comunes, al verse traicionados por sus gobernantes por no cumplir éstos no sólo diversas iniciativas prometidas en campañas, sino los mínimos de bienestar: educación, salud, vivienda, trabajo, alimentación, justicia. Conductas éstas de desprecio por el que sufre, por el que busca justicia, por el que tiene hambre. Pese al interés creciente por intentar fomentar la Ética Pública muchos políticos y funcionarios están aún muy lejos de poseer una verdadera ética en su conducta, por lo que se hace necesario incorporar una Política Pública de forma permanente en ésta materia.La implementación de la Ética Pública es un proceso que requiere tiempo para que asiente y madure. Los valores sólo pueden ser asimilados después de un proceso de comprensión y reflexión. En la adopción de la disciplina ética por parte del gobierno se debe tener conciencia de que los resultados de su fomento no se obtendrán inmediatamente. Sólo a través de una visión de futuro, una inversión a mediano plazo se podrá obtener resultados beneficiosos. Cuando los servidores públicos tienen la oportunidad de recibir una adecuada y continua formación en valores, perciben las ventajas que una conducta acorde a éstos puede traer no solo a su entorno sino a ellos mismos. Esta concienciación supone el inicio de un cambio.
Se requiere de la colaboración de diversos instrumentos para hacer frente a la pandemia de la corrupción, pensar que con sólo un instrumento para impulsar la ética se combate la corrupción y se eliminan las distintas conductas antiéticas, es no comprender la magnitud de la corrupción y los antivalores y su dimensión dentro de la vida pública.
Aquéllos que se preocupan por las cuestiones teóricas de gobierno y administración pública, y quienes así como quienes la practican al laborar en ella, tienen ante sí el reto de reivindicar y dignificar la imagen del servidor público. Contar con personal con buenos principios, que a su vez obre con excelencia y calidad, supone poseer y hacer efectivos los medios para cumplir con el fin superior de todo Estado que es el bien de la comunidad política.