Todo individuo que participa de la función pública debe tomar conciencia de que el servicio público se define como la acción del gobierno para satisfacer las demandas y necesidades de las personas que integran el Estado. Todo servidor público se debe a su comunidad, su sueldo es pagado por la sociedad y por lo tanto tiene una responsabilidad y un compromiso con la comunidad a la cual, además, debe respetar. Lo que se pretende al fomentar la ética es motivar a los servidores públicos (políticos y funcionarios), obtener mejores resultados en la prestación de servicios y disuadirles llevar a cabo prácticas deshonestas, todo lo cual conduce a una recuperación de la confianza ciudadana. En palabras de Adela Cortina “Una confianza no se logra sólo multiplicando los controles, sino reforzando los hábitos y las convicciones. Esta tarea es la que compete a una ética de la administración pública: la de generar convicciones, forjar hábitos, desde los valores y las metas que justifican su existencia” (Cortina, 1998,160).La ética aplicada a los servidores públicos contribuye a forjar una cultura por el servicio que eleva la responsabilidad y eficiencia en el desempeño de los cargos. Un gobierno fuerte, en términos económicos, puede lograr desarrollo y bienestar material, pero si también lo es en términos ético-políticos podrá alcanzar no sólo los deberes básicos para una comunidad -empleo, educación, justicia, seguridad, alimentación, vivienda- sino los más altos deberes como: libertad, satisfacción, felicidad. La idea de fomentar la ética en el ámbito público es simple, volver la atención a la especie humana y la dignidad de sus miembros, es decir, los ciudadanos. Aunada a la búsqueda del desarrollo económico se encuentra la equidad, “El sólo desarrollo no puede ser medido sin tener en cuenta el estilo de vida que pueden llevar las personas y sus libertades reales. En otras palabras, el concepto de desarrollo no puede limitarse al crecimiento de objetos inanimados de conveniencia, como incrementos del PNB o del ingreso personal, o la sola industrialización, o el progreso tecnológico, o la modernización social. Si bien estos logros son importantes su valor debe estar relacionado con el efecto que tienen en las vidas de las personas a quienes atañen”[1]Otra razón que prueba la importancia de la ética en el ámbito público es su objetivo de contar con gobernantes más humanos, con mayor sensibilidad, que sepan escuchar y comprender, pero, sobre todo, que posean una capacidad para resolver de forma óptima. La ética en los gobernantes estimula el esfuerzo por fomentar la equidad sin permitir la desmesura y por ayudar a los más necesitados, a los más débiles, a los que padecen injusticia.Cuando las virtudes son llevadas y aplicadas a la vida pública permiten tener gobiernos justos y viceversa. La ausencia de principios éticos es lo que ha llevado a tener gobiernos injustos. No obstante, diversos Estados incluyen iniciativas en sus programas de gobierno en relación a la ética, ya sea porque son conscientes de la importancia que ésta conlleva, ya porque son presionados por sus ciudadanos.
Si los gobiernos y administraciones públicas son el instrumento del que se vale la política para contribuir al logro de la pluralidad de intereses mediante el ofrecimiento de bienes y servicios de calidad, los servidores públicos que la integran deben estar motivados y concienciados. Una baja moral y una baja motivación en los individuos fomentan la irresponsabilidad, situación que a su vez se refleja en una baja calidad en la operación de las instituciones. La imagen que se crea de la administración pública, ya sea positiva o negativa, es resultado de la actitud y conducta de cada persona que labora en una organización. Una buena imagen ayuda a creer y a confiar en las instituciones públicas, una mala imagen genera desconfianza y rechazo.
Un servicio es un proceso, no un producto. Para lograr la sensación de satisfacción al realizar una tarea es importante la relación persona a persona. La buena conducta, trato amable y grata comunicación son elementos básicos para establecer buenas relaciones y buen servicio. No obstante, frente a esta tendencia se opone la evolución de algunos funcionarios modernos quienes se han convertido en trabajadores intelectuales, altamente especializados, orgullosos de ocupar un cargo público aunque poco sensibles al sentir colectivo. Algunos ni siquiera tienen trato directo con los ciudadanos.
El siguiente cuadro presenta una relación sobre las ventajas de la ética tanto en las personas como en las instituciones.
VENTAJAS DEL FOMENTO DE VALORES | |
En los servidores públicos | En las instituciones |
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En suma, es posible decir que el papel de la ética es doble, por un lado, sirve de freno a las conductas indebidas o desviadas, y por otro, refuerza los comportamientos positivos mediante el fomento de valores.
[1] Amartya Sen, “¿Qué impacto puede tener la ética?”, Biblioteca digital de la Iniciativa Interamericana de Capital Social, Ética y Desarrollo, www.iadb.org/etica, p. 10