Ética del Turismo en tiempos de emergencia
En los últimos años, y particularmente a raíz del lanzamiento de los nuevos Objetivos de Desarrollo Sostenible 2015-2030 por parte de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), han aumentado las voces y trabajos que reflexionan sobre las posibilidades que las actividades turísticas, especialmente las vinculadas al turismo cultural y patrimonial, pueden suponer para un mayor desarrollo económico, de regeneración de infraestructuras y de acercamiento entre distintas culturas y saberes. Al mismo tiempo, y de la mano del aumento de la movilidad general, estamos siendo testigos de las problemáticas derivadas del turismo de masas, siendo quizás la turistificación y la gentrificación las más debatidas. En muchos casos, el turismo está incidiendo en el aumento de la desigualdad y la precariedad de ciertos grupos sociales, así como impactando negativamente en el medio ambiente y el patrimonio cultural, lo cual genera profundas contradicciones entre estas declaraciones de intenciones y las prácticas reales habituales. Más concretamente, y en lo que al patrimonio histórico respecta, ciertos usos turísticos parecen estar menoscabando impunemente su investigación, conservación y difusión, lo cual afecta a su custodia, a su interpretación, a los discursos históricos que se presentan al público y a cómo este percibe la autenticidad de los bienes, así como a las formas, modos de vida e identidades de las poblaciones locales.
Múltiples y muy recientes estudios se han afanado por analizar estas consecuencias negativas a través de estudios de caso específicos, manifestándose en contra de la museificación o turistificación de determinadas prácticas y espacios sociales y urbanos. La cuestión es altamente compleja si además se tiene en cuenta que el patrimonio mantiene una relación de dependencia estrecha con el turismo, siendo su faceta económica la más evidente (aunque no la única). Desde una perspectiva global, y acorde con las diversas legislaciones o declaraciones de la UNESCO, una de las principales obligaciones de instituciones y ciudadanos consiste en la salvaguarda del patrimonio para su disfrute en el presente y también para las generaciones futuras. Por ello, las cuestiones anteriormente apuntadas, junto con la protección del medio ambiente, la justicia en las relaciones laborales y la defensa de relaciones sociales y comunitarias estables que pueden verse afectadas por el monocultivo económico del turismo, necesitan de una reflexión que incluya también la dimensión moral y, concretamente, la ética.
Las prácticas agresivas y cuestionables a las que asistimos en la actualidad ponen de manifiesto la necesidad acuciante de un marco ético que regule o, al menos, asesore sobre cómo trabajar en pos de la sostenibilidad de todos los aspectos recién mencionados, y que busque la implicación sincera, profunda y directa de las prácticas empresariales turísticas y de los profesionales implicados. Pese a la aparente preocupación general por conseguir un orden turístico sostenible, responsable y equitativo, palpable a través de la aprobación del Código Ético Mundial Para el Turismo por parte de la Organización Mundial del Turismo en 1999, la creación del Comité Mundial de Ética del Turismo en 2001, y la aprobación de la Convención Marco sobre Ética del Turismo en 2017, siguen siendo escasos los trabajos que, desde la filosofía práctica, reflexionen sobre cómo afecta el turismo global a las ciudades de forma específica, o que hagan propuestas en positivo para solventar paulatinamente esta situación, especialmente para lugares que mantienen relaciones económicas de fuerte dependencia con el turismo a gran escala. De igual forma, no abundan análisis sobre gestión turística del Patrimonio Cultural, tanto material como inmaterial, desde la Filosofía Moral. A nuestro modo de ver, esta carencia es especialmente cruenta en aquellos lugares que tienen una relación económica de necesidad con los usos turísticos y que, además, se ha visto agravada en tiempos de crisis, como con la reciente crisis sanitaria.
Aunque la citada Convención indica que las actividades y políticas turísticas deberían respetar el patrimonio y velar por su protección y transmisión para las generaciones futuras, las prácticas habituales están lejos, si es que siquiera son conscientes, de tal recomendación. El enorme empuje global de la industria turística, que constituye el 10% del P.I.B. mundial, pone en serio riesgo la eficacia y validez de tales declaraciones institucionales, que tampoco proponen medidas concretas para conjugar de manera exitosa aspectos tan aparentemente dispares como la conservación del patrimonio y su explotación mercantil o económica. Por ello, la reflexión y análisis de la situación desde la ética aplicada y desde perspectivas y colaboraciones multidisciplinares que puedan contribuir a rectificar las dinámicas marcadamente negativas que estamos viviendo y que, además, se ven agravadas por la emergencia climática, se tornan imprescindibles.
A la luz de todo lo expuesto, esta propuesta monográfica nace con vocación de ofrecer un marco o punto de encuentro para distintas reflexiones, saberes y propuestas preocupadas por afrontar cómo las prácticas turísticas contemporáneas afectan a la conservación y gestión de nuestro patrimonio, por identificar los distintos factores y agentes implicados, y por tomar conciencia de las problemáticas éticas derivadas. Pretendemos así avanzar hacia la hibridación del instrumental ético y los saberes especializados en torno al turismo, el patrimonio, las ciencias ambientales, los estudios urbanos y la gestión cultural, entre otros, con el fin último de identificar las dimensiones morales del fenómeno turista y su gestión, analizar sus implicaciones y, en última instancia, ofrecer propuestas que puedan ponerse al servicio de una mejor aplicación de la ética en la gestión turística de nuestros activos patrimoniales.
Así, las éticas aplicadas pueden actuar desde un marco teórico previo desde el que se reflexiona y se buscan soluciones de tipo normativo a casos particulares, operando de forma deductiva, o bien procediendo al contrario, partiendo del estudio de caso para promover la reflexión ética. Por ambos motivos en este monográfico se ha buscado la colaboración multidisciplinar entre el campo académico de la Ética y más en concreto, de las Éticas Aplicadas, con otros saberes científicos
En primer lugar, hemos creído de interés entrevistar a Dean MacCannell, reconocida autoridad mundial y pionero en los estudios de ética del turismo y etnografía de la condición turística, el cual nos ha respondido con implicación, sinceridad y generosidad en un momento – posterior a la pandemia de la Covid-19- en el que sus reflexiones resultan de renovado interés y marcada actualidad.
El papel de los códigos éticos es objeto de varios artículos. José Ignacio Besga Zuazola, integrante de la Organización Mundial del Turismo reflexiona, a partir de las aportaciones del profesor colombiano Luis Fernando Gutiérrez Guzmán sobre la naturaleza del turismo como fenómeno cultural, indisociable del impacto que esta actividad tiene en las comunidades de origen, además de presentar de los artículos del Código Ético Mundial para el Turismo. El artículo de Irene Arroyo profundiza en el análisis de distintos códigos, destacando el Código Ético Mundial del Turismo al que muchas comunidades y organismos se han adherido públicamente pero sin implicarse de manera efectiva en la consideración de determinadas particularidades locales (lo que a veces se convierte, añadimos nosotros/as, en una operación de maquillaje o greenwashing). Este análisis conduce a la autora a aportar distintos criterios y elementos para proponer alternativas. Por su parte, la contribución de António dos Santos Queirós conecta las transformaciones del turismo con las líneas principales de reflexión en Filosofía y Ética del Medio Ambiente, profundizando en los principios y valores de todos los campos implicados y muy especialmente en la base filosófica y ética subyacente. Así, presenta las bases para una ética del turismo que asume la crítica al etnocentrismo y al antropocentrismo, señalando los principales problemas de los códigos sobre turismo y la falta de asunción de responsabilidades de los responsables identificados para la consecución de un posible “turismo sostenible”, especialmente de cara a la actuación de las empresas implicadas en el sector turístico analiza pormenorizadamente diferentes códigos.
Junto con ello, el trabajo de Eva Botella pone de relieve incremento de la desigualdad provocado por la industria turística, la gentrificación y la turistificación a través del ejemplo de Lavapiés (Madrid). Botella no se limita a señalar las consecuencias más inmediatas de estos procesos a nivel laboral, sino que desgrana cómo afectan al tejido social, a los cuidados y a la precarización. Explica también cómo el componente “mestizo”, migrante y de género se reviste de “multiculturalidad” para convertirse en un reclamo turístico capaz de atraer viajeros que gustan de lo exótico o lo alternativo, y aborda estrategias de erosión del modelo turístico de masas puesto en marcha por vecinas y trabajadoras del barrio.
Por otra parte, los artículos de Pablo Ávalos y de María Alejo se imbuyen de nuestra propuesta de hibridación con otras disciplinas para elaborar una ética aplicada del turismo ya que, como señalábamos anteriormente, la ética no puede funcionar al margen de la realidad social ni de los conocimientos científicos, técnicos o profesionales que la explican y/o configuran. En ese sentido, el análisis de Alejo refleja problemáticas de la gestión del patrimonio relativas a su conexión con la ciudadanía partiendo del caso concreto de la provincia de Jaén. Con base en trabajos arqueológicos previos y a través de un experimento piloto empírico de “prospección social”, este trabajo pone de relieve cómo la gestión patrimonial realizada desde arriba y al margen de la ciudadanía desdeña la participación de esta en la valoración e identificación con lo histórico, generándose fuertes contradicciones entre la realidad histórico-arqueológica y la oferta turística de la zona y desaprovechándose recursos patrimoniales de gran potencial.
Por otra parte, Ávalos aborda las interrelaciones entre patrimonio cultural y natural en conexión con el mercado inmobiliario y la oferta turística para clientes de alto nivel adquisitivo en la localidad de Purmamarca, Argentina. Su análisis contempla dos direcciones: la reflexión sobre el marco teórico y la tradición historiográfica previa relativa a los efectos del capitalismo global y la práctica neo-liberal del turismo; y la contemplación de prácticas concretas que pueden llegar a generar turismo sostenible.
Carmen González Gutiérrez
(área de Arqueología, Departamento de Historia del Arte, Arqueología y Música de la universidad de Córdoba)
Álvaro Castro Sánchez
(área de Filosofía Moral, Departamento de Ciencias Sociales, Filosofía, Geografía y Traducción e Interpretación de la Universidad de Córdoba)